Un coche de policía patrulla en las solitarias noches de Liberty City, es una noche fría, fea y lluviosa; como casi todas las noches de invierno en una ciudad tan alejada del ecuador, pero este invierno es diferente a los otros y en adelante no volvera a haber un invierno como los de antaño en Liberty City.
El coche de policía enciende el foco de vigilancia y aminora su marcha mientras alumbra las intricadas calles que se alejan serpeantes de la avenida principal.
–¿Estás disfrutando de tu primer día en Liberty City?– dice el policía más viejo.
– ¿Estás de coña? Una ciudad con un índice de criminalidad cercano al 0, es un paraíso. Mi mujer está muy feliz, despues de salir de San Andreas donde cada día estaba metido en un tiroteo, persecuciones, asesinatos, robos.
– ¿Pero sabes que aún estás a prueba, no?
– Señor, no pienso cagarla – dice el joven apresuradamente interrumpiendo a su mayor.
El coche continúa aminorando la marcha hasta detenerse frente a un grupo de escandalosos vagabundos, guarecidos bajo unas escaleras metálicas dentro de un callejon. El policia baja del coche acercándose a ellos, el joven camina detras de él, mientras disimuladamente chequea la posición de la porra, y desafloja el seguro de cuero de su cartuchera. Los vagabundos estan reunidos frente a un barril que desprende un crepitoso y alargado fuego, la sombra de la llama se refleja en la pared, parece como si estuviese asustada de las pequeñas gotas de agua que la intentan apagar sin cesar.
El policia se detiene junto al barril y acerca sus manos a la lumbre. Se une a la ebria conversacion de los borrachos que tiene un tono más alto de lo que una conversación de borrachos a estas horas de la noche suele tener, aunque el tema central es el de siempre, «yo fui..», el joven policia ha escuchado esta conversacion demasiadas veces para saber de antemano como terminará.
–¡¡¡Chaval!! Acércate a calentarte, estas personas son ciudadanos como tu y como yo; aunque con una vida más complicada que la nuestra. Para ser buen policia debes conocer a los que te rodean.
El policia relaja la tension que siempre le pinza el cuello antes de un asunto feo, lleva sus manos cerca del fuego y mueve su cabeza de adelante hacia atras para estirar los musculos agarrotados, pero su cabeza se detiene al toparse con lo que él sabe no es ninguna otra cosa que el cañón de un revolver clavándose ahora en la base de su nuca. Hace un barrido con la mirada hacia la gente enfrente suyo buscando alguna indicación, su compañero se ha quitado la gorra de policía y la sostiene en su mano derecha a la altura del bajo vientre, al igual que los vagabundos han hecho lo propio con sus sombreros y gorros.
– Mr. Santa, no hace falta que se quite el sombrero, entiendo que no está en una cómoda situación– dice una voz grave.
– Me llamo Peter, pero aquí la gente me conoce como «The Man». Yo gobierno esta ciudad, habrá oido historias sobre la guerra de bandas de Liberty City, robos en bancos usando camiones de basura, extraños terremotos localizados en sólo una manzana, animales peligrosos del zoo sueltos en las discotecas que frecuentaban los mafiosos, bandas que mataron a sus mismos miembros, intentos de superar un record Guinness cruzando el rio con las manos atadas a la espalda, y la de los 13 jefes de bandas ahorcados en el puente libertad entre los que me encontraba – se hace un breve silencio; nuestro amigo saborea las palabras que está a punto de decir, paladeándolas como si fuese el más exquisito manjar que alguien puede degustar.
– Son ciertas – dice por fin.
La pistola afloja la presion sobre su nuca, pero el policia sigue inmóvil como un hamster antes de ser devorado por un boa, inerte, congelado, intentando pasar desapercibido. Pero esta boa no come crias, y se retira en su mustang azul oscuro del 66 al igual que los vagabundos se internan en el callejón hasta fundirse en la noche.
– ¡¡¡Chaval!!! Bienvenido a Liberty City, ese hombre que acabas de conocer es quien mantiene la criminalidad a cero, quien ha hecho que toda empresa y hombre con dinero quiera un local o un ático en esta ciudad, es quien nos paga el salario y nos da un trabajo sin incidentes. Vamos a la cafetería de Molly y luego déjame que te cuente toda la historia sobre como cambio esta ciudad en 7 meses.
El joven asiente con la cabeza, no sabe qué decir; sólo puede pensar en una cosa y es que se ha meado en los pantalones.