Recientemente Creative Assembly anunciaba por fin que la cuarta y última facción jugable de lanzamiento de Total War: Warhammer II serían los skavens.
Los skavens son una especie de ratas malignas que viven en el subsuelo, adoran a un dios llamado “La Gran Rata Cornuda” y solo abandonan sus guaridas para desencadenar la guerra y la peste. Por supuesto, este momento habrá llegado cuando comience la Gran Campaña de Warhammer II. El elenco de facciones jugables lo completarían los Altos Elfos, los Elfos Oscuros y los Hombres Lagarto. Asumimos claro está que no serán las últimas facciones en llegar al juego y vendrán más via DLC, pero personalmente prefiero ver Warhammer II Total War como un gran DLC que añade las cuatro mentadas facciones y una gran ampliación del mapa al Warhammer original.
Esta ampliación del mapa no será palpable de primeras, ya que la ansiada megacampaña que se nos ha prometido en la que estarán conectados los mapas de la primera entrega y esta que está de camino, no llegará hasta unas semanas después del lanzamiento. Mientras tanto, nos tendremos que “conformar” con jugar únicamente en el Nuevo Continente.
El Nuevo Continente (lo llamo así por su “semejanza” con el Nuevo Mundo, ya me disculparéis los fans si esto es incorrecto) está compuesto de tres vastas regiones: Ulthuan, el hogar de los Altos Elfos, Naggaroth, hogar de los Elfos Oscuros, y Lustria, donde se hallan los Hombres Lagarto. A lo largo de estas zonas encontraremos también a los ya mentados Skavens, así como reductos de Vampiros o expediciones de Humanos.
Pero el mayor cambio que recibe esta secuela no son ni los dinosaurios, ni los lagartos ni los taimados elfos, sino un Vórtice que se halla en la llamada Isla de los Muertos, y que cambia por completo el estilo de una campaña clásica de Total War.
Básicamente, cada facción trata con el Vórtice de un modo, y tiene que ir completando objetivos hasta alcanzar una Batalla Épica. No es que sea el único camino para ganar una campaña, sino que es un camino más que se puede tomar, y que claro está supone un peligro si lo llega a completar otra facción. Es una especie de cuenta atrás que de algún modo afectará el ritmo de la campaña. ¿Concentrarse en tener el mejor ejército del mundo? O… ¿Invierto mis recursos en los rituales del Vórtice?
En definitiva, hay razones más que de sobra para hincarle el diente a esta secuela. El nuevo mapa es tan variado que tengo ganas de ver qué historias es capaz de ofrecerme, tanto para mi imaginación como de forma orgánica. Algo que me ha gustado mucho ver es la cantidad de zona marítima que hay, pero que no va a estar bien aprovechada porque las batallas navales todavía no llegan a Total War: Warhammer.
Estando pendiente de ese punto concretamente, solo queda ver si cada una de las nuevas facciones es lo suficientemente variada como para justificar la compra de esta entrega, porque tendremos DLC, lo sabe todo el mundo.