Vi el trailer de Bioshock Infinite y mis recelos se dispararon. Eso no era Rapture y, sin embargo, sus desarrolladores usaban sin ninguna vergüenza el nombre de Bioshock. Pero hoy, entre post y post de la GamesCom, he descubierto en el reader una interesantísima crónica de la presentación en Nueva York de Bioshock Infinite. Y parece que la cosa tiene mucho más jugo de lo que parecía en un primer momento. ¿Un mundo imaginario en el que Estados Unidos practica una política más propia de los nazis? ¿Un mundo en el que los norteamericanos se consideran una Raza Aria? Definitivamente, quiero jugar a Bioshock Infinite. Kevin Levine, perdona por haber dudado de ti.