GTA V ya está en la calle en nuestro país. Te enterarías por foros, por Twitter, por webs, por un wazap de un colega flipándolo, llamándote desde la tienda de la esquina. Quien ha querido comprarse un GTA V a estas alturas lo más probable es que ya lo haya conseguido. Han sido los pequeños comercios los que se han saltado la fecha de lanzamiento de forma unilateral, sin consultar con Rockstar.
¿Los motivos? Lógicamente, uno de ellos es hacer caja, y más ahora que la crisis aprieta. Pero dándole vueltas al asunto no puedo evitar pensar que quizá lo han hecho porque, interiormente, pensaban que era lo lógico. Por muchos NDA que hubieran firmado.
Démosle una vuelta a este pensamiento. ¿Qué es la publicidad? ¿Qué es el hype? ¿Quién lo alimenta? Todos los que ya se han comprado GTA V se lo hubieran comprado también si se hubiera lanzado el día 17 de septiembre. Es decir, estaban expectantes por hacerse con un juego cuyo goteo de información ha sido constante. Todos, empezando por la propia Rockstar y pasando por los medios, hemos sido responsables de crear una bola de nieve rellena de hype por uno de los juegos más importantes del año. Y la bola se ha hecho más grande cada día.
Tampoco hay que obviar el hecho en sí de que los juegos se repartieran con tanta antelación. Sí, esto no debería ser una excusa, es un favor que Rockstar hace a los comercios para que se puedan preparar con tiempo, además de para evitar problemas de distribución o retrasos de última hora. No habría problema si no fuera por el hecho de que la gran expectación provocaba y provoca que cada minuto el teléfono de las tiendas sonara con madres, niños y adultos preguntando si geteá cinco ya estaba a la venta.
Ambos factores – hype ¿excesivo? y envío anticipado de los juegos – colocaba toda la presión en las pequeñas tiendas. Y ya sabemos lo que ha pasado: han cedido a la tentación. Ahora Rockstar, si de verdad quiere buscar culpables y no se trata de una maniobra de cara a la galería, quizá debería evaluar la estrategia en su conjunto y no únicamente buscar culpables al final de la cadena, que al final siempre es lo más sencillo.
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