No tenía ninguna referencia de Deception IV Blood Ties, por eso me sorprendió un poco que a Norritt le encantara descubrir que la gente de Koch Media nos lo había pasado para comentarlo. Según él, era un juego en el que teníamos que ir cargándonos a enemigos colocando trampas por el escenario.
La cosa me sonaba a Tower Defense, y lo cierto es que así es. Tras el complicado título se esconde un juego que, a nivel jugable, resulta muy familiar. Eso no quita que Deception IV Blood Ties esté recubierto de una capa de argumento y estética nipona que refresca, hasta cierta medida, una fórmula vista a estas alturas en infinidad de juegos. Entre trampa y trampa iremos avanzando en un entramado que nos coloca, como protagonistas, en la piel de la hija del Demonio. Poca broma, aunque encarnar a dicho elemento nos permite eliminar a nuestros enemigos sin demasiados escrúpulos, aunque en el argumento se enfatice que los rivales tampoco es que sean precisamente unos santos.
En Deception IV Blood Ties controlaremos directamente a un personaje cuyo objetivo será atraer a los enemigos a las trampas pertinentes mientras evitamos perder la vida, ya sea por los ataques de los rivales como por caer en una trampa nosotros mismos. Las trampas se colocan en un modo en el que la acción se detendrá para que podamos planificar con calma. Y falta hará, porque en el juego de Tecmo se nos premiará, incluso se nos exigirá a veces, que realicemos combos de trampa. Es decir, que un enemigo sufra los efectos de diversas trampas en su piel de forma consecutiva.
En la variedad de trampas y su distinto enfoque – sádico, buscando el ridículo… – está el principal aliciente de Deception IV Blood Ties, un juego que no sorprende y que técnicamente va algo justo, pero que te embrujará durante unas cuantas horas a poco que te guste la propuesta. Una propuesta que no es original en su concepto pero que seguro que engatusará tanto a los seguidores de la franquicia como a los amantes de las japonesadas que, como yo, acaben de descubrir esta saga.