Soy bastante anti tatuajes en mi cuerpo, pero tengo claro que si algún día abro la veda, el primero que me haré será un lema: No Juzgues. Este Dragon Quest Builder es un buen ejemplo. Iba con la idea de que iba a ser un título poco inspirado, sin nada que ofrecer más allá del dudoso mérito de ser un skin de Minecraft. Pero lo que me he acabado encontrando ha sido, por sensaciones, algo maravilloso.
Dragon Quest Builder, un divertidísimo juego que ha llegado por la puerta de atrás
En Dragon Quest Builder encarnaremos a un (o una) alter ego virtual que tendrá la misión de liberar un mundo oprimido por los monstruos, en el que el equilibrio entre el bien y el mal se ha descompensado. En la práctica esto se traduce en un Action RPG cargado hasta los topes de exploración, recolección y quests, principales y secundarias, (sin juego online) que tiene ante todo por bandera el carisma de la franquicia, y que acaba revelándose como una máquina de adicción. Poca broma.
Lo primero, los piropos. Con tanto bicho campando por sus anchas, la fórmula Minecraft cuadra a la perfección. La necesidad de localizar determinados ingredientes para la creación de componentes claves de cara a avanzar en la aventura podría haber conducido a una temprana monotonía, pero no es el caso. La IP de Square Enix se las ingenia para cubrir los agujeros que la versión light del juego de Notch muestra sin rubor, sobre todo a nivel de diseño de personajes.
Tengo que destacar, además, el buenrollismo que se desprende del poblado que iremos (re)construyendo, que me ha hecho recordar al de Little King’s Story, un clon de Pikmin que me pareció de lo mejorcito del catálogo de la poco-valorada-en-círculos-hardcore Wii. La vidilla que se monta alrededor del protagonista le confiere una aureola muy simpática a nuestra experiencia con este videojuego, incitándonos a volver a conectar la consola una y otra vez aunque solo sea para sentir que formamos parte de un grupo de personajes tan variopinto y simpático.
Una experiencia que parece demasiado guiada
A pesar de lo bien resuelto que está el control a la hora de recolectar recursos y construir, Dragon Quest Builders tiene un gran pero, IMO, a nivel de diseño es que la edificación es muchas veces guiada, al menos la enfocada a avanzar en la historia y contemplar quests, ya sea mediante planos o indicaciones directas de los personajes. No es un problema gordo pero sí que le resta frescura al ir adentrándote en el juego.
Además, las cosas no tardan demasiado en ponerse feas, y en ningún momento durante las 10 horas de juego que llevaré, parece que consigas una mejora que marque la diferencia y te permita ejercer una supremacía sobre los monstruos, sino que, simplemente, mejoras tu equipo para enfrentarte a la siguiente misión, en la que se requiere tal mejora de armamento.
No sé cuántas horas más jugaré con Dragon Quest Builders pero sí que tengo claro que he disfrutado cada minuto que le he echado a la creación de Square Enix hasta ahora. A veces los spin off tienen un regusto a sacacuartos, a excusa para sablear a la fanbase. En este caso, sin embargo, la forma en la que Square Enix rinde tributo a Minecraft funciona. Un sleeper en toda regla.
Huele a amol. 🙂