No sé tú, pero yo cada vez tengo menos tiempo para jugar. Y no solo tiempo: cada vez tengo menos ganas. Ya sea porque, salvo excepcionales excepciones, la mayoría de los videojuegos me parecen sacados del mismo molde o por su incapacidad para sorprenderme, cada vez paso menos tiempo a los mandos de mis consolas.
Cementerio de elefantes
Por supuesto, soy capaz de apreciar las virtudes de los juegos que tienen cosas que decir. Son muchos los títulos que me llaman la atención por uno u otro factor, y todavía quedan los juegos que, como The Last Guardian, Uncharted 4 u Overwatch, me recuerdan que esta Industria todavía tiene cosas que decir.
Pero eso no quita que cada vez se me hagan más cuesta arriba esos períodos de tutorial/calentamiento en los que algunos juegos parecen recrearse. Hablo concretamente de Dragon Quest VII Fragmentos de un Mundo olvidado, para 3DS, que hace un tiempo analizó Andriy en esta casa, poniéndolo por las nubes.
Un inicio soporífero
Debido a un viaje de trabajo, he tenido unas cuantas horas de avión para poder jugar a la portátil de Nintendo, que por cierto tenía abandonadísima desde la última entrega de Link, y las he decidido invertir en el RPG de Square Enix. Y a mi, honestamente, en sus tres primeras horas, únicamente me ha provocado somnolencia.
Un arranque lentísimo, tareas para el jugador carentes de cualquier inspiración, mecánicas jugables inexistentes más allá de ir del punto A al B… Pocos alicientes he encontrado para seguir jugando. Y sí, soy consciente que este tipo de juegos necesitan de muchas horas para desplegar todos sus alicientes, pero yo me pregunto ¿Por qué? ¿Qué necesidad hay de retrasar tanto la diversión?
Entiendo que los videojuegos que se venden a un determinado precio tienen una obligación tácita con el consumidor y ser capaces de entretenerle durante un buen número de horas. Pero si la densidad de contenido y de jugabilidad se intercambia por una duración hinchada con tareas repetitivas e insulsas, conmigo que no cuenten.
Culpables everywhere
Alguno dirá que el género de los RPG necesitan de períodos de tranquilidad para poder exhibir todo su potencial, pero no puedo evitar evocar a Zelda A Link Between Worlds y echar de menos su apuesta perfectamente medida y balanceada.
El trabajo, la familia, otras obligaciones… cada vez tengo menos tiempo para jugar y cada vez me apetece jugar menos. Y la culpa me parece que no es del todo mía. Desarrolladores, porfaplis, respetad las horas que muchos robamos a la noche para poder dedicarlas a nuestro hobby preferido y, sobre todo, no las déis por sentado.