No sé si os he contado alguna vez la historia del Ninja de Villaverde. En dicho barrio del sur de Madrid hay un parque de tamaño considerable, conocido por los del lugar como el Parque de los Pinos y por los foráneos como el Parque del que no sales vivo. Sea como fuere es un lugar poco recomendable a ciertas horas, que son todas, y en el que se vivió uno de los exterminios de ardillas más atroces de la historia de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, dicho parque es zona obligada de paso para acudir al instituto más próximo, circunstancia que aprovechaba el Ninja de Villaverde para esperar, agazapado entre los arbustos o encaramado en un árbol, a que pasara un estudiante despistado para atacarlo con estrellas ninja y otros artefactos pseudo militares. Luego descubrimos que eran Paredes y su hermano que estaban flipados, pero hasta ese momento había cierto miedo a que una estrella de cinco puntas se clavara en un árbol cerca tuyo cuando estabas fumándote un porro o intentando tocar «pelo» a alguna mushasha.
Todo esto viene para contaros que si el Ninja de Villaverde ya acojonaba lo suyo, imaginad lo que habría ocurrido si en el parque te hubieras encontrado con la siguiente situación. En realidad había gitanos con escopetas, pero apuntaban muy mal…