Voy a arriesgarme en afirmar y sin tirar de wikipedia, que la saga Need for Speed es de lejos la que más títulos cuenta en su haber dentro del género de la velocidad, y la única que recuerdo que sigue en activo desde la vetusta época de MS DOS. Estos dos factores, acentuados por el hecho de que en esta generación se ha lanzado la exagerada cifra de siete títulos franquiciados, conllevan a una sobre-explotación y diversificación comercial insostenible que termina pasando factura a cualquier compañía. Hoy en día, las malas decisiones comerciales, junto al hecho de no mantener el nivel exigido por los compradores se paga muy caro, más aún en producciones con una alta inversión. Pero dejemos los palos para más adelante y centrémonos de momento en lo que ofrece este NFS.
The Run aparece como una nueva reiteración de la identidad puramente arcade de la que siempre ha hecho gala la marca, implificando aun más si cabe dicho aspecto. Reducido hasta el punto de tomar una fórmula de hace 25 años, calcada del mismísimo OutRun, y en la que nuestra tarea será como en la del clásico de SEGA, recorrer todo Estados Unidos de costa a costa. Eso sí, esta vez Black Box se ha buscado la recurrida excusa de una carrera ilegal como trasfondo, recompensada con un suculento botín que nos servirá para saldar nuestras deudas con la mafia.
Y es en este aspecto, en el de la historia, es donde The Run comete su primer fallo, el de intentar convencernos de forma insistente de que el transfondo de las carreras tiene algún sentido mas allá del puro relleno. Para ello, recurre a una trama inconsistente y poco trabajada apoyada en cinemáticas y esporádicos quicktime events (lo más absurdo en un juego de coches), y al recordatorio continuo del objetivo de nuestra misión (no me repitas mil veces que tengo que llegar el primero), todas totalmente prescindibles.
Vamos ahora a la esencia del juego: la parte jugable. En este aspecto, el desarrollo de toda la carrera se ha divido en distintos tramos, a su vez subdivididos en etapas o fases, que hemos de ir superando en distintos tipos de pruebas y que básicamente se podrían reducir a dos principales (aunque son cuatro). Por un lado, nos encontramos ante la ya clásica modalidad en la que hemos de llegar por delante de un número de puestos, y por otro, una especie de “eliminador”, en el que disponemos de un tiempo para adelantar a un oponente y mantenernos por delante durante unos segundos, de forma consecutiva con varios corredores distintos. También estaremos acompañados constantemente por las también clásicas persecuciones –en nfs- de la policía, bastante más inoportunas de lo que esperaba en algunas fases. En líneas generales, es como comentaba al principio del análisis, más parecido a OutRun que a cualquier otro título contemporáneo (en cuanto al desarrollo de las fases).
El control de los coches es claramente arcade, aunque con ciertas peculiaridades que lo hacen en un principio algo más difícil de dominar de lo que cabría esperar en el género. Esto es debido a la rigidez en la dirección a altas velocidades, y al exceso de sobreviraje en las salidas de las curvas (velocidades cortas), o durante el uso del freno de mano. Esto se acentúa particularmente en los primeros tramos del juego, con unos vehículos mucho más limitados en cuanto al control. Ahora bien, esta “pega” pronto se convierte – a mi entender – en uno de los grandes aciertos del juego.
Y es que, la capacidad de maniobra que tenemos a la hora de esquivar a otros vehículos, o reaccionar ante un imprevisto natural (avalanchas, nubes de polvo, etc..) es tan limitada y en ocasiones inevitable, que coloca a este NFS como uno de los títulos más emocionantes y disfrutables de la franquicia. El factor suerte estará siempre presente, y condiciona el resultado de la carrera, ya que por mucho que lleguemos a controlar los vehículos, hay momentos y situaciones que escapan totalmente al más experto. Como ejemplo, en las primeras carreras multijugador que disputé, y con un nivel de piloto 10, llegué a ganar carreras en primera posición ante competidores de máximo nivel.
Toda esta velocidad extrema no habría sido posible sin el aprovechamiento que los chicos de Black Box hacen del flamante motor Frostbyte 2 (el mismo que Battlefield 3), velocidad que para recordar hemos de retroceder a los Burnout de la pasada generación. Es sin lugar a dudas, uno de los arcades de coches más rápidos al que puedes jugar actualmente –si no el que más-.
En cuanto a materia gráfica, el despliegue que muestra The Run roza un nivel sobresaliente, detallado y bello como pocos en los parajes naturales (un 80% del juego), y destacable en las ciudades, sobre todo para ser un título totalmente arcade, donde siempre se ha hecho menos hincapié en este aspecto que en los clásicos “simuladores” como Forza, GT, o Shift, su «hermano» de filas. Los efectos de iluminación destacan por encima del resto, sobre todo en las fases diurnas y atardeceres, donde los rayos del sol crean una ambientación espectacularmente realista. En definitiva, nos encontramos con un juego que a nivel gráfico se encuentra un punto por encima de sus competidores de género.
Ahora vamos con las grandes metidas de pata, que tampoco son pocas. Para empezar, los tiempos de carga entre fase y fase son desesperantes, pero si hay algo que es totalmente imperdonable, son las esperas al “reintentar” una fase tras perder. Lo que en cualquier juego sería un reinicio inmediato, aquí es otra nueva carga interminable. Pero el problema no termina aquí: si tenemos un accidente en el que destruimos el coche, o una salida importante de pista, el “rebobinado” que hace el juego tampoco es instantáneo, sino que nos hace esperar unos segundos que –esta vez sí- merman mucho el frenesí y continuidad necesarios en este tipo de títulos. Parece una tontería, pero es un factor que habría mejorado mucho la experiencia global en el modo historia, sobre todo, teniendo en cuenta que en el modo online estas cargas son –obviamente- inexistentes al accidentarnos. ¿Cuál ha sido entonces la razón para martirizarnos con ellas en el offline? Sencillamente incomprensible.
El otro gran desacierto del título es a todas luces y al margen de los gustos, la duración del modo historia. Y es que tristemente, el cómputo de todas las fases suman poco más de dos horas. Aquí si que hay que darle un gran tirón de orejas a EA y Black Box por haber capado de esta forma un título que podría haber dado muchísimo más de sí. De hecho, ha sido sin lugar a dudas el factor más criticado del título con diferencia. Las pruebas alternativas que vamos desbloqueando al terminar cada fase, añaden una duración extra, pero pienso que es algo que debería haber sido incluido directamente en el modo historia para alargarlo al máximo posible.
Respecto a la faceta online, podría resumirlo en que es tan limitado y simple en cuanto a opciones jugables como el modo historia. Rejugarlo en este modo no va a ofrecernos mucho más de lo que ya hemos vivido en el offline y obviamente, se encuentra a años luz de otros títulos de la misma saga como el aclamado (no por mi, que conste) Hot Pursuit. Eso sí, si lo has disfrutado en el modo costa a costa, lo harás igualmente en online, y viceversa … si no te ha gustado en offline, no lo hará en el online.
Resumiendo, si eliminamos por un momento el factor historia, que tan poco favor ha hecho siempre a un juego de velocidad, y dejamos totalmente desnudo a este NFS, nos queda simple y llanamente su velocidad.
Porque eso es lo que es The Run. Una catapulta que nos lanza a una carrera ultra-frenética, en la que no puedes pestañear. Y aquí es donde uno puede disfrutar plenamente de un título que es mucho mejor de lo que la crítica ha querido ver, y que esconde (quizás inconscientemente) los principios que vieron nacer a este género. Aunque para ello debamos eliminar todos los añadidos que han ido adulterado el puro arcade de velocidad, y aceptar sin complejos que la linealidad, la falta de opciones y la simplicidad era la base de todos los títulos antológicos del género.
El principal problema con el que me enfrento al intentar justificar el tropezón de EA, es reconocer que para la mayoría de aficionados mis argumentos no tendrán el suficiente peso para compensar los más de 60 euros que cuesta el juego. Si buscáis amortizar esa cantidad de dinero en horas de juego, hay ahora mismo mejores alternativas mucho mejores como el propio NFS Hot Pursuit. En cambio, si te conformas con una experiencia más corta, pero intensa y divertida, NFS The Run es tu juego. [8]