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«Eternal Sonata es tan bonito como lineal» [Análisis]

Eternal Sonata nos acerca a la figura del célebre pianista Frédéric Chopin, cuando éste, en su lecho de muerte, imagina un mundo mágico en en el cual la magia campa a sus anchas. Ficción, historia y realidad se confunden en el argumento de un RPG que ya salió hace meses para 360 y que ahora aterriza en el catálogo de una necesitada PlayStation 3. Una apuesta ciertamente inusual que no acaba de cuajar del todo a causa de la linealidad de la jugabilidad.


La primera toma de contacto no es excesivamente buena, que digamos, aunque sirve de presentación de una de las señas de identidad de juego. 15 minutos de escenas cinemáticas nos dan la bienvenida al juego de rol de Namco Bandai. Ni tan siquiera Hideo Kojima se atrevería a tomarse una licencia de tal calibre. Bueno, quizá Kojima sí. Pero sólo Kojima. Porque él es otra historia.


Eternal Sonata es precioso. Y simple. Tan precioso como simple. Una contradicción que constituye el pilar del juego de Namco Bandai. Siendo melancólico, luce como si a un RPG de la Super NES se le hubiera puesto HD. Valorándolo sin melancolía, parece casi un anime. Y en ocasiones, las interminables secuencias no interactivas lo acercan peligrosamente a esa condición.

Jugablemente también es muy simple. Y muy lineal. Los combates son por turnos, similar en concepción a los vistos en Final Fantasy Tactics. En ellos podréis invertir una cierta cantidad de energía-tiempo en realizar diferentes acciones: Ataque normal, utilizar objeto y ataque especial. Pero a diferencia de la saga de Square-Enix, en Eternal Sonata apenas hay espacio para la estrategia más allá de la decisión de utilizar el turno para sanar o para atacar.

La historia, sumamente interesante
, se desvela a cuentagotas a lo largo de los capítulos en los que se divide este RPG, en una dosis tan pequeña que los más impacientes lo tendrán complicado para mantener el interés en el juego. Una pena, porque se perderán un argumento inolvidable que combina datos reales de la vida de Chopin con la magia de los sueños. Una magia que se potencia con la magnífica banda sonora, que combina partituras originales con otras prestadas del propio maestro protagonista de la aventura.

Eternal Sonata debería ser un anime. Por su diseño, banda sonora y personajes, el juego de Namco Bandai es una maravilla, una oda a la belleza. Pero la jugabilidad de este título no cuenta, por desgracia, con la profundidad necesaria como para ser valorado más allá de su linealidad. Demasiada responsabilidad recae entonces en los hombros de una historia que, ella sí, cumple el trámite con nota.

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