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Final Fantasy XIV: A Realm Reborn, análisis para PC

Final Fantasy XIV A Realm Reborn (Square Enix, 2013) sentó las bases para algo grande, pero, lamentablemente, es doloroso jugarlo.

Con el reciente lanzamiento el pasado Junio de Stormblood, Final Fantasy XIV sigue situándose hoy en día como uno de los MMOs más activos y populares. Lanzado originalmente en 2010 recibió críticas muy negativas, por lo que Square Enix decidió rehacer de nuevo el juego, llegando así en 2013 este A Realm Reborn que ahora nos ocupa.

Es cierto que en 4 años que han pasado desde el lanzamiento de esta entrega se puede haber dado una evolución en algunos aspectos de los MMO, pero Final Fantasy XIV: A Real Reborn falla en aspectos tan graves que espero que hayan sido corregidos en las posteriores expansiones; Heavensward (2015) y la ya mentada Stormblood (2017).

Una vez iniciamos el juego nos encontramos ante la pantalla de creación de personaje. Aquí decidimos nuestra raza y clase básica, así como detalles de nuestro físico y nuestro aspecto. El poder ver cómo lucirá nuestro personaje en el futuro es un buen detalle, ya que seguro que a más de uno ha acabado escogiendo una clase tras ver la flamante armadura que llevará en unos niveles.

Los FATE son pequeños eventos localizados temporalmente por el mapa que nos premiarán en función de nuestra implicación.

Tenemos para elegir entre 5 razas (una sexta es introducida por la primera expansión). Pero bajo mi punto de vista más allá de la diferencia argumental que se les quiera dar me parece absurdo que se hayan molestado en crearlas, ya que sólo se diferencian físicamente en rasgos como la corpulencia, la altura o el tono de piel. No hay diferencias reales que me hagan percibir una raza como que es necesaria su existencia.

En algunos casos a posteriori, me parece incluso una limitación argumental: los Lalafell por ejemplo son bajitos, simpáticos y graciosos. Y cuando te encuentras uno malvado, o que es más serio, y le ves caminar e interactuar no te lo crees. Las clases, eso sí cubren, hasta la actualidad un amplio elenco de personajes que hemos podido ver a lo largo de todos los Final Fantasy. El diseño de armaduras es acertado y representa bien a la clase que has elegido, al menos cuando adquieres los primeros conjuntos. Aunque como veremos escoger una clase en este juego no significa grabar nada en piedra.

Algunas vistas son espectaculares, si tienes PC para moverlas.

Eso sí, a cantidad de animaciones de las razas es genial, y permite a Square Enix confiar en los modelos generados por el motor del juego para desarrollar la historia a través de cutscenes, algunas más logradas que otras claro.

El arco argumental de Final Fantasy XIV A Realm Reborn se desarrolla en dos partes, la primera suponiendo la historia original del juego y la segunda siendo el camino añadido a través de parches post-lanzamiento, que eventualmente enlaza con la primera expansión.

El inicio de la aventura ha sido lo peor llevado que he visto en un MMO en muchísimo tiempo. En vez de comenzar en un campo de entrenamiento típico descubriendo las habilidades y desarrollando primitivamente a tu personaje, empiezas en una ciudad enorme conociéndola. Esto al principio es abrumador, tienes decenas de misiones llamándote la atención y no sabes por donde tirar, ni cual es más o menos importante.

Los finales de los arcos argumentales son lo mejor de la historia, lástima la incapacidad de mantener el nivel de interés.

Aunque arriba a la izquierda de la pantalla estará omnipresente el mensaje de “Main Scenario Quest” (el juego está completamente en inglés) que te irá marcando eso sí cuál es tu objetivo principal, aunque te fuerce a atascarte en algunas ocasiones.

Además, en vez de dotar al jugador de la posibilidad de comenzar en la última expansión directamente, quieren que superes todo el contenido previo con la ayuda de un beneficio llamado “Road to 60” que hasta alcanzar ese nivel te dotará del doble de experiencia en todos los ámbitos en la que la logres. Por lo que irás haciendo misiones en Eorzea unos niveles por encima en todo momento.

Una vez fuera de la ciudad vemos que la distribución de enemigos es similar a la de un MMO Free to Play cutre, sin ningún sentido y desperdigados en un área por que sí. Y enseguida empezaremos a desempeñar el heroico rol de mensajero.

Las mazmorras son interesantes y divertidas, pero el tiempo de espera para ellas a veces es abrumador.

No sé si es debido a la idiosincrasia japonesa de no ser muy dados a socializar, pero la realidad es que a los personajes de Final Fantasy XIV: A Realm Reborn no les gusta nada. Durante todo el juego estarás haciendo de lechuza para las distintas tareas que se te vayan encomendando.

En alguna ocasión especial podrás derrotar a un enemigo de un par de golpes gracias a los niveles que le saques, y en alguna otra llegarás a la segunda maravilla del leveo.

Las mazmorras

No tengo nada particularmente en contra de ellas a nivel de diseño de niveles o de peleas contra los jefes, es más, muchas me parecen muy originales y divertidas. El problema es que durante las MSQ te obligan a hacerlas.

Como digo no es que sea un problema hacerlas en sí, pero obligar a un jugador a hacer cola para una mazmorra en un contenido antiguo es forzarle a esperar, en ocasiones, muchísimo rato. Y más que verlas como la llegada de ese momento álgido en el que derrotarás a los más poderosos de la zona, lo verás cómo una hora extra que tardarás en alcanzar Heavensward.

Es maravilloso lo que es capaz de hacer el juego a nivel de secuencias con las animaciones.

Entre ellas me han parecido especialmente sobresalientes los encuentros con los Primals, las clásicas invocaciones de la saga, en cuyo caso el enfrentamiento es directo, sin realizar ningún recorrido previo, y las secuencias, ataques y animaciones de estos jefes son espectaculares.

En general completar las misiones principales es muy aburrido, y dado que es la experiencia principal de ARR, termina lastrando muchísimo al título. La mayoría de ellas como digo es ir a hablar con personajes de aquí a allá, y de aquí a allá significa a veces irte muy, muy lejos, para terminar volviendo a la base principal y tenerte que tragar dos pantallas de carga por la cara para entregar la misión.

Estas misiones ganarán algo de interés hacia la recta final del primer arco, para decaer nuevamente con las misiones de post-game que se llaman, que a lo largo de 6 parches forman otra nueva trama que sí que se vuelve realmente interesante al final. Pero como digo la mayor parte del tiempo es aburrida. Sin entrar en spoilers en el primer caso tienes que defender Eorzea (el Reino compuesto por las ciudades de Ul´dah, Limsa Lominsa y Gridania) del clásico imperio de Final Fantasy que busca hacerse con el control de la región.

Importante hacerse con el chocobo, nos va a hacer falta.

La segunda parte crearemos una fuerza unificada para defender Eorzea de futuros peligros, y veremos el destino de Ul´dah. Esta última trama da uno de los giros más interesantes que he visto en un MMO, enlazando eventualmente con la primera expansión Heavensward.

En la jugabilidad vemos uno de los mayores alicientes de Final Fantasy XIV A Realm Reborn: no es complicado ni es exigente. Por lo que en general el MMO te lo puedes tomar con mucha más calma al no ser tan competitivo como otros que podamos ver en el género.

En general cada clase tiene una serie de combos que potencian sus habilidades, y al nivel 30 tendremos que realizar, o escoger en algún caso, el trabajo que queremos obtener. Hay una gran variedad de los mismos y se han ampliado con 5 más con las expansiones. Los originarios de Heavensward no están disponibles hasta que alcances la expansión, pero los de Stormblood sí, una vez alcances el nivel 50.

La primera expansión mejora algunos aspectos por lo que he podido probar.

Una vez completado el arco principal estarás al 50 sobradamente, y yo personalmente acabé Final Fantasy XIV A Realm Reborn al 53, siendo 60 el máximo ampliado por Heavensward y 70 por Stormblood, así que podrás probar las clases de esta última tranquilamente realizando las misiones de post-game.

A nivel gráfico el juego no es muy exigente aunque sí premia el tener una buena máquina con grandes efectos. Como ya he dicho las animaciones de los personajes son geniales, tienen hasta expresiones faciales. Y las zonas de Eorzea son relativamente grandes y con diseños bonitos. De hecho, son continuamente reutilizadas durante la misión principal, la gran mayoría de veces de forma poco atractiva.

Tampoco me termina de convencer el HUD, no por lo que vemos la mayor parte del tiempo sino por las ventanas y desplegables con los que interactuamos de vez en cuando. Entiendo que el juego tenga que estar en consola y allí sí que es funcional, pero creo que la versión de PC podría tener uno un poco más vistoso y manejable.

La banda sonora es brutal, y a mi pesar creo que es poco conocida. Algunos temas están escritos por el propio Nobuo Uematsu y otros, pese a ser de otros autores, están a la altura de algunos clásicos de Final Fantasy. Sin ir más lejos os animo a escuchar Torn From the Heavens en su versión orquestada:

En definitiva, Square Enix ha creado una buena base con Final Fantasy XIV: A Realm Reborn, pero lo que haces durante este título (que es básicamente subir de nivel y hacer misiones principales) ni es interesante y es sumamente aburrido y exasperante. No lo recomiendo encarecidamente salvo que seas fan de la franquicia, y, a la espera de jugar las expansiones veremos si merece la pena haber superado el dolor que ha sido jugarlo. [48]

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