Con la llegada de Final Fantasy XV son muchos los recuerdos que tengo de mi niñez disfrutando a los primeros juegos de la saga en ordenadores y consolas, descubriendo por primera vez universos fantásticos, grandes compañeros de viaje, sensaciones inolvidables y feroces enemigos en ellos.
Final Fantasy XV, recuperando un sentimiento perdido
Y es que la saga de Square Enix tiene algo especial, diferente, un aroma casi mitológico que hacía que mi corazón empezase a acelerar cada vez que sabía que un nuevo FF estaba a punto de llegar a mi puerta, contando los días, las horas para agarrar la caja, insertar el disco y perderme en un mundo que sabía que iba a ser increíble.
Sin embargo, a medida que me hice mayor y que Final Fantasy fue sacando entregas la cosa fue empeorando. FFXII no me gustó nada de nada, el XIII casi prefiero ni mencionarlo ya que creo que no merecía si quiera llevar ese nombre y Square acabo rematando mi ilusión con la saga sacando tres entregas de esta entrega haciendo que, para mí, Final Fantasy se convirtiese en un lanzamiento más del mercado, un, «ah, bueno, otro FF XIII, pues bien» perdiendo toda la magia que tenía en un principio.
Pero, poco a poco y sin saber muy bien el motivo, Square Enix ha sabido conquistarme con Final Fantasy XV, quizás al mostrarse más cercana que nunca con el público, escuchando, recogiendo feedback y acertando en cada decisión que han tomado, en cada nueva característica que han mostrado, en cada nuevo vídeo, en cada nueva historia e, incluso, con los productos transmedia como su anime y su película (de pendiente visionado).
Esto ha provocado que, con cada día que va a pasando, vaya recuperando esa sensación, ese viejo sentimiento que sólo se producía en mí cuando un Final Fantasy nuevo estaba llegando. Final Fantasy XV puede tener muchos cambios, para mí necesarios, y puede que muchos de vosotros me critiquéis, comentando que no soy un auténtico fan de la saga porque este juego no tiene combates puros por turnos u otros mil motivos.
A mí, poco me importa, porque Square Enix ha conseguido ilusionarme con FFXV, con sus cambios, con lo poco que se de su historia, resucitando un sentimiento que había perdido hace mucho tiempo y que hace que, sinceramente, las críticas de los que se empeñen en llamarse puristas y auténticos aficionados a la saga poco me importen.
Final Fantasy XV ha conseguido algo que me parecía imposible, volver a ilusionarme. Ahora sólo falta que consiga volver a atraparme con un juego de renombre y, para saber eso, todavía tengo que esperar unos largos días hasta su lanzamiento.