Uno de los grandes juegos de la Gamescom 2015 ha sido, sin lugar a dudas, Street Fighter V. Puede que no conglomerase la misma cantidad de gente que otras grandes producciones, pero las sensaciones con él son tan positivas que merece mucho la pena darle una oportunidad, porque da la sensación de que Yoshinori Ono ha alcanzado su límite.
Que una saga como ésta, que lo ha dicho absolutamente todo a lo largo de las generaciones, no es óbice para que siga tratando de reinventarse y mejorar una fórmula inagotable. El rey de la lucha se postula como uno de los mayores golpes para la compañía de Phil Spencer, y es que tras haberlo podido jugar en Colonia durante varias partidas te das cuenta de que PlayStation 4 tiene una verdadera joya en el horno.
Hay quienes opinan que el apartado visual no es demasiado atractivo; esto no es Arc System Works, pero a mí me han convencido, porque más allá de ofrecer una experiencia atractiva tenemos un juego de lucha que consigue tomar las bases de sí mismo y desmenuzarlas, añadir cosas que no tienen nada que ver con lo que estábamos acostumbrados y aun así hacer que la esencia se mantenga intacta.
Ahora hay muchas más diferencias entre personajes, haciendo que Ryu sea mucho más Ryu y las semejanzas con Ken sean todavía menores. La introducción de los V-Skills, V-Reversals y V-Triggers hacen que la jugabilidad sea mucho más generosa con aquellos usuarios más expertos al tiempo que hace algo más accesible la consecución de combos entre esos otros que pocas veces se han atrevido con la licencia de Capcom.
Técnicamente sublime, Street Fighter V está dando mucho pasos en frente; quizá lo único que me hace mantenerme con los pies en la tierra es que los escenarios no son ningún alarde, con ejemplos como el último Killer Instinct que me han convencido mucho más en este sentido. En cualquier caso, las sensaciones son mucho mejor de lo que pensaba, porque en tan solo media hora sientes que llevas jugando desde hace meses, y eso gusta; es cómodo, ágil y está pulido en casi todos sus apartados.
Street Fighter sigue fumando con pipa mientras el resto busca un hueco en esta emergente generación para el género de la lucha. 60 imágenes por segundo sólidas como piedras; creedme, se acerca un grande, y dejó constancia de ello en Colonia.