Y ya hemos visto la Games Convention por fuera – es impresionante, de verdad, como la Ciudad de las Artes y las Ciencias pero en gigante. Saltándonos el día de la prensa, y con dos personas menos de las previstas, Jolupa, Dandel y yo ya estamos por la ciudad alemana. Hay que decir que acabamos de llegar al hotel, que no es, por cierto, el NH que habíamos reservado. Resulta que tenían overbooking, y aunque las habitaciones ya estaban pagadas las han «revendido», recolocándonos en otro hotel, que aunque no está nada mal, no tiene Wireless gratis. Así que nada, aquí estoy dejándome los euros en una conexión para poder dejar constancia, aunque sea con un post, de nuestros primeros pasos por tierras germanas.
La odisea ha comenzado por la mañana. Como ya puse hace unas cuantas horas, Roswell y Pikeras se han quedado en tierra. Mal principio, sin duda. Sobreponiéndome a una úlcera en potencia, llegué al aeropuerto donde había quedado con Jolupa y Dandel. Dandel llegó cuando Jolupa y yo ya estábamos haciendo el checkin, pero le dio tiempo hasta de facturar la maleta, a pesar de que todo el rato le decíamos que no lo hiciera, que a la hora de recogerla sería un rollo y tendríamos que esperar un montón, como al final fue.
El vuelo fue sin contratiempos, aunque la tragedia de Barajas – descansen en paz – nos tenía a todos más alerta de lo habitual.Al llegar a Berlín – volar directamente a Leipzig nos salía por una pasta – y mientras Dandel esperaba su maleta, Jolupa y yo localizamos la agencia para alquilar un coche, que ha hecho el agosto con nosotros: Nos han encasquetado un Mercedes CLK que es un pepino y del que, creo, nunca llegaremos a dominar todos los secretos. Sólo deciros que la marcha atrás y el freno de mano no los hemos descubierto hasta llegar a Leipzig, tras un par de horas y pico de conducción.
Al llegar a Leipzig, a nuestro hotel NH, y tras pasar por delante del majestuoso recinto donde la Games Convention tiene lugar, nos han dado un nuevo jarro de agua fría: No tenían habitaciones para nosotros, por lo menos para la primera noche. Tras obsequiarnos con una botella de vino – Rioja español que beberemos en otra ocasión, porque estábamos en ayunas – y recolectar unos cuantos pins y caramelos de la GC que tenían en recepción, nos subimos al taxi que nos ha traído a donde estamos, al Hotel Mercure, a unos 15 minutos del recinto de la GC y del hotel que habíamos reservado.
En principio eso es todo, de momento. Mañana espero poder actualizar ya desde la wireless del NH, que mi portátil pesa lo suyo para llevármelo a cuestas a la GC. Por cierto, os pongo por aquí lo que voy a ver mañana:
Un abrazo desde Leipzig!!!!