Sucker Punch regresa al Japón feudal con Ghost of Yōtei (2025, Sucker Punch), una secuela que perfecciona casi todo lo que hizo grande a Ghost of Tsushima (2020, Sucker Punch). En la ambientación de las faldas del monte Yōtei, entre nieves perpetuas y aldeas cubiertas de neblina, el juego se exhibe como un espectáculo visual difícil de igualar.
El apartado técnico es, en su conjunto, una maravilla. La iluminación dinámica, las animaciones faciales y el uso del color convierten el juego en un auténtico espectáculo. Incluso cuando el mundo se siente vacío, recorrerlo es un placer. Las diferentes opciones tanto visuales como de sonido, que pasan desde el ya conocido modo en blanco y negro homenajeando al cine de Kurosawa, hasta el modo Takashi Miike, que aumenta la sangre, suciedad y visceralidad, pasando por un modo sonoro LoFi bautizado como Watanabe, dejan claro que en Sucker Punch son unos suckers, valga la redundancia, de todo lo japonés. Y es una gozada que ese amor llegue tan crudo al jugador.
La jugabilidad mantiene la fórmula de Tsushima, pero se pone firme. Los enfrentamientos son más difíciles, dando la sensación que las ventanas de parry son más estrechas y que los enemigos son mucho más agresivos, además de no tener problemas en jugar a su favor la superioridad numérica. A mi personalmente me costó unos cuantos combates habituarme al nuevo flow, pero, una vez asimilado, es muy disfrutable a pesar de la mayor exigencia.
En lo que respecta al argumento, Ghost of Yōtei se aleja del tono solemne de su antecesor y se adentra en una historia de venganza. La trama me ha recordado bastante más al Tarantino de Kill Bill o de The Hateful Eight que a las cintas de Kurosawa. Los personajes secundarios son extravagantes, imprevisibles, aunque de carisma van algo justitos.
A nivel de contenido, el juego es un pozo con un fondo bastante profundo. Entre desbloqueables, actividades y misiones secundarias, a Ghost of Yōtei no le cuesta nada llevarte por derroteros que menos tienen que ver con resolver la historia. Es fácil olvidarse de las misiones principales durante horas, en la búsqueda de nuevos objetos o habilidades que nos permitan buffar a nuestra protagonista y, sencillamente, dejarse llevar en un mundo repleto de postales que se te quedarán grabadas en la retina.
Sin embargo, bajo tanto esplendor visual y diseño pulido, emerge un problema difícil de ignorar: la sensación de familiaridad. El esqueleto de Ghost of Yōtei me ha parecido prácticamente idéntico al de su predecesor, y aunque el envoltorio es de muchos más quilates, la estructura me ha resultado demasiado parecida.
Ghost of Yōtei es, en definitiva, un título impresionante, una demostración de poder técnico de PS5 y un nivel artístico que reafirma a Sucker Punch como maestra en retratar a Japón. Es innegable que dominan la fórmula, aunque esta no sepa igual en esta segunda entrega. [85]

