Hola. Mi nombre es Palela Anderson y siempre quise ser una prostituta. Como nunca en la vida real he trabajado de meretriz, decidí intentarlo en Second Life. Desde hace tres años vendo sexo virtual y hago compañía a hombres de negocios pajilleros en la conocida comunidad virtual.
En Italia hay putas callejeras preciosas y siempre quise ser una de ellas. Desde adolescente quería ser observada como esas mujeres de la calle, observaba como esperaban coches y hechizaban a a los hombres. No sé por qué eso me ponía tan caliente pero pienso que si un hombre paga por ti es que realmente le gustas.
Aunque la amiga Palela «intentó» hacerse una prostituta en la vida real, su familia -poco permisivos ellos- no se lo habría permitido. Sin embargo cuando descubrió Second Life pensó que se le abrían (juego de palabras) las puertas que hasta ahora estaban cerradas.
Mi avatar de Second Life mantiene mi apariencia, aunque no uso esas extensiones rojas en el pelo todos los días. Veo mi avatar como mi segundo «yo» y por eso intento minimizar las diferencias entre ficción y realidad. ¡No soy una actriz en Second Life!
¿Una actriz? ¡Por Dios, no, caca! Una putilla… de las caras eso sí… Palela tiene unas tarifas que se intentan adaptar a los precios del popular juego en red. Si unas botas de tacón alto sexy-sexy cuestan entre 600 y 800 dólares y una minifalda cerca de 500, los precios por una… por una… churrupaílla virtual no podían ser muy distantes (¡aprended, guarrillas del GTA IV!). Así que una noche completa con la italiana guarrona del Second Life (nombre oficial by Akihabara Blues) puede costar entre 2000 y 3000 dólares. ¡Lo mismo que una presentadora de TV en la vida real…! Palela, no obstante, suele rebajar el precio si le llevan un regalito… así que una ristra de chorizo de marmorejo bien gorda os puede dar un suculento descuento.
Fuente | Greenpixels