Rockstar lo ha vuelto a hacer. Esta mañana ha confirmado un nuevo retraso en el lanzamiento de Grand Theft Auto VI, que ahora se mueve a lo que ahora mismo parece un muy lejano 19 de noviembre de 2026.
Era previsible, pero duele. Duele porque GTA VI no es un juego más: es el juego. El que lleva una década alimentando memes y teorías locas. Y cada vez que la fecha se aleja un poco más, parece que el enésimo mundo abierto más esperado de la historia se aleja como un barquito de papel en el mar.
¿Por qué se retrasa esta vez?
Rockstar habla de “pulir la experiencia” y de “asegurar que la ambición del proyecto se refleje en cada detalle”. Traducido al idioma del jugador: el juego aún no está listo. Y sinceramente, pinta mejor eso a un lanzamiento roto. Pero también hay que decirlo: la paciencia tiene un límite, y el hype, cuando se estira demasiado, empieza a crujir.
El eterno dilema Rockstar
La compañía se mueve entre la excelencia y la obsesión. Quiere sorprender, pero también preservar su aura de perfección. En Akihabara Blues lo vemos así:
- Pulir es bueno.
- Repetir el mismo comunicado cada año, no tanto.
- Hacer esperar a una generación entera puede ser arte… o puede ser marketing.
¿Vale la pena seguir esperando?
Sí. Pero con matices. Si ese tiempo extra se traduce en uno de esos títulos que definen la Historia de los Videojuegos, entonces que tarden lo que haga falta. Lo que pedimos —como jugadores, no como inversores— es simple: que el día que GTA VI salga, se nos olviden todos los retrasos. Un caso Cyberpunk sería una tragedia para la reputación de una compañía que siempre ha dicho que un juego solo debería salir cuando está realmente listo.
En Akihabara Blues lo veremos venir
Seguiremos el desarrollo, analizaremos cada detalle, y cuando llegue el momento, seremos los primeros en salir a robar coches (virtuales). Porque cuando GTA VI llegue —y llegará— queremos sentir que la espera tuvo sentido. Hasta entonces, seguimos mirando el horizonte de Vice City, esperando que esta vez sí… sea la definitiva.



«When it is done». No hay otro motto más inspirador en la Industria, pero tiene un precio.