Guía de Compras: Los Indies en 2015 [Parte II]

Tras el recibimiento de la primera parte de la Guía de Compras para recopilar de cara a las navidades Los Indies en 2015 volvemos con segunda entrada que cuenta con nuevas firmas de lujo, desarrolladores, periodistas y amigos en general se pasan para recomendarnos sus juegos favoritos. Clicad en los banners y podéis seguirles en Twitter.

Apotheon

Lo confieso, me enamoré de Apotheon en su primer teaser. Su narrativa, inspirada en los mitos de la antigua Grecia, y su estética 2D, que imita el estilo de una pintura en cerámica, me llamaron fuertemente la atención. ¿Sería un bonito título más que iba a pasar sin pena ni gloria? Todo lo contrario: Apotheon se ha ganado un hueco destacado en el mundo de los juegos de acción.

Encarnamos a Nikandreos, un mortal al que se le ha encargado la sencilla misión de ascender al Monte Olimpo y combatir al padre de todos los Dioses, Zeus. Una temática ya vista con anterioridad pero que gracias a su perfecta ambientación, el juego hace que nos olvidemos de todo y nos metamos de lleno en su historia y mecánicas. Pese a tener algunos fallos técnicos, está claro que los desarrolladores, Alientrap, han puesto mimo a cada uno de sus detalles. Apotheon es ideal para esos fines de semana largos en los que queremos algo diferente e intenso. De haber existido cuando era niño, seguro que desearía que llegara el lunes para comentarlo con mis amigos a la hora del patio.

Broforce

Un solo balazo roza una pequeña bombona, y su explosión retardada activa una verdadera Máquina de Goldberg del caos, la muerte y la destrucción: una tubería de gas expande la deflagración hasta un almacén de explosivos que acaba estallando en un gaudeamus de fuego, cadáveres y plataformas desintegrándose bajo los pies de soldados vivos, muertos y en un estado intermedio. Es un efecto dominó que nos llena los sentidos y nos vacía la pantalla, atomizando hasta el último píxel de terreno, y es quizá la mejor tarjeta de presentación de Lo confieso, me enamoré de Broforce.

Extremadamente americano y patriótico en cada gesto, desde la pantalla de título con un águila real humanoide de enormes bíceps hasta las banderas del país de las oportunidades que se presenta en cada giro de su interfaz, el de Free Lives es un juego desarrollado en algún lugar de Sudáfrica. Es parte de la broma, como también lo es el protagonismo de los Bros, versiones animadas de los grandes héroes del cine de acción y aventuras de los ochenta y parte de los noventa, que asumen la variedad de mecánicas de un género que tradicionalmente tiende a ser repetitivo. Esa es la ruptura que presenta la manera que tiene Broforce de entender el run n’ gun adjudicándonos aleatoriamente personajes que disparan y se mueven de formas totalmente distintas: la vorágine y el caos como piedra de toque unida a la capacidad del jugador para conocer y dominar las peculiaridades de cada Bro. El placer de la violencia calculada, la virtud de la destrucción imprevisible y la perversa satisfacción de matar sin querer. Un juego febril, inmediato, vistoso cuyas partidas, más que explosivas, son directamente inflamables.

Broken Age

Broken Age, del Double Fine del siempre achuchable Tim Schafer, es uno de los casos más interesantes de los últimos años en el mundillo del videojuego. Lo es porque ayudó a elevar a un nuevo nivel a Kickstarter y a la cosa del crowdfunding, que de repente se ha visto asaltada por grandes viejos nombres de la industria, ávidos por financiar sus proyectos de ensueño. Lo es también porque, a través de la serie documental de 2 Player Productions (financiada también en la misma campaña), se nos ha mostrado el proceso de creación de un videojuego como nunca antes, con sus momentos divertidos, pero también con sus miserias, y sus dificultades en lo creativo y en lo humano. Pero sobre todo lo es porque, desde el primer ladrillo, ha sido una experiencia abierta a quien quisiera mirar. Hemos podido presenciar los altibajos del proceso, hemos juzgado las decisiones económicas y de gestión de Schafer, y finalmente hemos podido jugar al juego con una sensación un poco extraña, sin la sorpresa a la que estamos acostumbrados.

Y esto ha perjudicado la percepción que se ha tenido del juego al final, porque cuesta sorprenderse del truco si has visto cómo el mago lo preparaba y ensayaba cuarenta veces. Pero quizás haya también una lección ahí para el público, siempre dispuesto a sentenciar un trabajo de años en 140 caracteres o menos. Quizás, metidos de lleno en el siglo XXI, ya debemos empezar a dejar de tener miedo a mirar detrás de la cortina y a disfrutar nuestra cultura con unos ojos menos inocentes. O, dicho de otro modo, a hacerlo estando mejor informados.

Broken Age es un juego pequeño, imperfecto, precioso, divertido, emocionante, frustrante, carismático a rabiar y que puede que te haga feliz durante unas horas. A mí me lo hizo.

Guía de Compras

Darkest Dungeon trata sobre como hacer lo mejor posible en el peor momento posible. Darkest Dungeon nos conduce, poco a poco, y sin remisión, hacia la locura. Darkest Dungeon, en este viaje a la locura, propone al jugador retos cada vez más complejos y complicados. Darkest Dungeon nos arroja a un mundo cruel, despiadado y falto de esperanza donde la gestión, no solo del equipo, sino también del estrés de cada uno de los personajes, es fundamental para atravesar sus mazmorras. Darkest Dungeon enfrenta al jugador a una hora de monstruos escapados de una mente retorcida a cada cual más imponente y aterrador. Darkest Dungeon recoge la herencia de la fantasía más oscura, la retuerce y la baña en un estilo gráfico legado por Guy Davis y Mike Mignola y arroja la mezcla a la cara del jugador. Darkest Dungeon no solo te golpea, sino que se introduce en tu cabeza y te obliga a pensar en él una vez has apagado el ordenador, y próximamente, la consola, y esa es la prueba definitiva de su importancia y su legado. Darkest Dungeon es, con diferencia, uno de los mejores juegos “indies” de este año que está a punto de morir.

Divinity Original Sin Enhanced Edition

Hoy en día, cuando se habla de un juego como Divinity: Original Sin, no falta el típico usuario que se queja con que es un juego antiguo o que no debería entrar en la categoría de indies. Sin embargo, aunque la entrega original del juego se puso a la venta en 2014, hace apenas unos meses que disfrutamos de la versión definitiva. Esta Enhanced Edition bebe mucho, como es lógico, de la primera versión, pero aporta tantísimos cambios y novedades que, en esencia, tiene todo lo de la primera parte y añade contenido propio de una segunda parte. Toda la parte final ha sido revisada, ampliada y mejorada, del mismo modo que se han añadido más secundarias, más armas, nuevos enemigos, líneas de diálogo para todos los personajes, doblaje (en inglés), nuevas secuencias de vídeo, un espectacular modo de juego cooperativo y, para nuestro mercado, por fin se incluyó esa tan necesaria traducción al español.

Divinity: Original Sin Enhanced Edition es un juego que aporta tantas novedades que se convierte en la mejor opción para quienes no jugasen a la primera versión y ofrece abundantes novedades como para volver a tentar a los que disfrutaron del título hace un año. Y si ya en 2014 el juego nos sorprendía convirtiéndose en uno de los mejores juegos de rol del año, en pleno 2015 vuelve a sorprendernos para competir de cara a cara con obras como el mismísimo The Witcher 3. En Divinity: Original Sin Enhanced Edition conoceremos lo que es la libertad total e incluso aprenderemos a tener mucho cuidado en todas y cada una de nuestras elecciones. Si entramos a robar en una casa y nos ven, nos ganaremos la ira de la gente y los guardias vendrán a por nosotros. Si matamos a gente importante, perderemos misiones secundarias. Si opinamos distinto a nuestros compañeros de grupo, podríamos acabar enfrentándonos y siguiendo caminos diferentes.

Las posibilidades son infinitas. El sistema de juego muy táctico y lleno de alternativas. Los diálogos son excelentes, tanto cuando se toman a sí mismos en serio como cuando son historias ridículas y paródicas. Y todo esto es mucho decir para un estudio de desarrollo que tuvo que recurrir a Kickstarter para crear la primera versión del juego. Por suerte, la gran calidad y el calado del juego han propiciado que el reciente Kickstarter para Divinity: Original Sin II fuese un éxito brutal y que nos esperen nuevas aventuras muy pronto. Hasta entonces, qué mejor que disfrutar de uno de los mejores juegos de rol que hemos podido disfrutar en mucho tiempo.

Guía de Compras

Para analizar esta obra necesitamos remontarnos a «The Stanley Parable». Allí se nos hacía experimentar una historia inmersiva donde se nos animaba a desafiar (o no) a un narrador omnipresente con el fin de tocar temas como el libre albedrío o la relación entre el jugador y el desarrollador de la obra.

En aquel juego trabajó (entrando con posterioridad al proyecto) William Pugh, diseñador y escritor que ahora nos trae lo que claramente es una consecuencia lógica. No solo por lo que cuenta si no por cómo lo cuenta. Pero aquí es donde Pugh, consciente del camino recorrido, decide darle la vuelta al discurso. Porque «Dr. Langeskov, The Tiger, and The Terribly Cursed Emerald: A Whirlwind Heist» ahonda en la relación del espectador y la obra desde el otro lado de la carretera. El jugador es un elefante en una cacharrería, y el desarrollador solo puede tirarse de los pelos y jurar.

Se trata de un ejercicio de meta narrativa extremadamente corto y brillantemente construido, manteniendo las señas de identidad de su obra antecesora, pero avanzando su discurso, aunque no necesariamente hacia delante. Porque a los lados también hay caminos posibles.

Pero al final es, simplemente, una broma de muy buen gusto. Una oda al jugador, al desarrollador, y a su simbiosis por medio del videojuego.

Guía de Compras

Emily will remember that.
And so do I.

Esta brillante aventura conversacional de respuesta múltiple nos traslada en lo que cuesta hacer dos clicks para elegir nombre y avatar en una suerte de Messenger y elegir dos posibles respuestas a 2002. A Windows XP. A los nicks rocambolescos. A las descripciones de perfil con letras de Snow Patrol, Muse o Green Day. Al ¿qué carrera estudio?. A las agónicas esperas mirando fijamente ese «Fulanito/fulanita está escribiendo…» que iba y venía. Y lo hace de la mejor manera posible, porque seguramente no haya otra. Solo necesita imitar una interfaz que, para los jugadores de una edad determinada, les revolverá un poquito la nostalgia y lo pondrá todo perdido de sentimientos y recuerdos.

Porque cuando terminas «Emily is Away» solo queda cerrarlo y desinstalarlo. Porque, al menos en mi caso, no pienso volver a jugarlo. No tengo recuerdo de otro juego que, de tan bueno, me haga no querer volver a sentir lo que me ha hecho sentir. Porque sé que, de hacerlo, perdería toda la gracia.

¿O acaso podemos volver a vivir un recuerdo?

Guía de Compras

Fran es una pequeña e inocente niñita, que vive feliz con unos padres que la quieren y un gatito negro cariñoso llamado Sr. Medianoche. La víctima ideal para una tragedia que la golpeará hasta mandarla a uno de esos psiquiátricos terribles de antes de la reforma de la antipsiquiatría. A partir de ahí tendremos que ayudarla a sobrevivir a ese pasado terrible, a recomponerse y a crecer. Lo haremos en un point & click inteligente que añade una mecánica de doble mundo (el normal y el “terrorífico”) que recuerda fácilmente a Silent Hill, aunque aquí puede irse de un sitio a otro con apenas restricciones.

Fran Bow es muchas cosas, y ninguna de ellas tiene que ver con lo grotesco por lo grotesco, aunque pudiera parecerlo. Tampoco con la infantil visión de la locura que se utiliza en muchos videojuegos. Es un título inmensamente personal, del que es imposible desligar a su creadora (la sueca Natalia Figueroa, con la colaboración de Isak Martinsson). Todo en Fran Bow es íntimo: sus ilustraciones, sus sucesos, ese mundo que da para un cuento (o varios)… Vengan si quieren por ese aire a historia de Tim Burton, pero quédense por la protagonista creíble y valiente y la inmensa ternura y complicidad que lo llena todo.

Hard West

Antes que nada vamos a quitarnos el estigma de la comparación y a olvidar eso de «El XCOM del Oeste«, a Hard West no le hace falta aprovecharse del éxito de los que vinieron antes, su sabor a tequila, tabaco de mascar y plomo es suficiente para partirnos la boca en sus primeras horas de juego y conseguir engancharnos durante otras tantas a sus tiroteos por turnos en escenarios divididos por cuadrículas.

Sin ser yo particularmente hábil en la estrategia he encontrado en el juego de CreativeForge Games una experiencia realmente accesible para los novicios del género que va evolucionando y atrayendo cada vez más con el paso del tiempo. Al factor de estrategia por turnos con las clásicas estadísticas y mecánicas como la suerte o la precisión se le suman unos toques de rol que pueden hacer que la parte de exploración que hay por los 8 mapas del juego puedan reportarnos beneficios en forma de oro o desgracias como desfigurar la cara de un personaje al querer investigar una mina poco estable, algo que hará que tenga un punto menos de salud hasta que podamos sanarle, un ejemplo simple de las muchas variantes típicas de un juego de rol de mesa que se trasladan de manera acertada a Hard West.

No dejéis de darle una oportunidad a uno de los mejores y más originales lanzamientos en el género de la estrategia que hemos recibido este año.

PD: Tiene magia negra. Sí, vaqueros usando magia negra, y vosotros ahí, sin tirar los billetes a la pantalla ni nada, vergüenza debería daros.

Helldivers

Encontrar un videojuego que exija compenetración real y que castigue con profundo dolor los fallos de un miembro del escuadrón es algo poco común en esta era de las simplificaciones, por lo que Helldivers, de Arrowhead Game Studios, se merece todo mis respetos. Lo que plantea no dista mucho de otros juegos espaciales (creas tu avatar y viajas por diferentes planetas completando misiones en cooperación con tres jugadores más), pero el enfoque y los niveles de exigencia y de atención que requieren las partidas lo llevan a otro nivel y lo transforman en un videojuego tremendamente adictivo, divertido y hasta humorístico.

Helldivers toma la semilla de Starship Troopers y la traslada al videojuego con un título independiente en consolas PlayStation y PC que es capaz de proporcionar una más que razonable cantidad de horas de diversión por poco dinero. Sin lugar a dudas, por sus mecánicas de juego, el sistema de cooperación, la escueta pero elegante personalización del soldado y el fuego cruzado, que está ahí para echarte unas risas y sufrir como en las películas de acción de hace dos décadas, Helldivers es un imprescindible del 2015.

Kromaia Omega

Igual estamos abusando de la trampa de meter en esta lista juegos que no nacieron este año pero que sí han recibido importantes revisiones que justifican una nueva partida o incluso adquirirlos por vez primera. La excusa da igual cuando se trata de devolver a las pantallas a Kromaia, esta vez en su versión Omega. El juego de los españoles Kraken Empire rejuvenece al raquítico género de los Shoot ‘Em Up con su propuesta en 3D que parece una mezcla de Museo del Espacio y la Geometría, con elementos de la ambientación de Shadow of the Collosus y un buen número de sustancias psicotrópicas.

No voy a mentir, de primeras no entendí nada y aprender a jugar a Kromaia Omega me llevo casi una media hora larga por lo confuso del control tridimensional y la exploración sin límites de sus mapas, pero cuando lo pillas todo es tan frenético, original y divertido que el tiempo que has dedicado a hacerte con su control merece la pena. Es un gran logro y del todo merecido que hayan conseguido colarse en PS4 y que hayan lanzado una versión en caja de su juego, así de en serio se toman sus creadores un proyecto al que deberías echarle un ojo ahora mismo.

OlliOlli 2

Hay pocas razones para comprarse una Vita. OlliOlli 2 es una de ellas. Saldrá en otras plataformas, pero nada como jugar en casa. La ausencia de cualquier imput lag y la filosofía del juego te empujan a sacar la consola del bolsillo a cada momento, en el bus, el lavabo o en la cama.

La ludopatía es fuerte en esta tabla, y en Roll7 lo saben bien. La primera entrega ya fue un buen ejercicio devolviendo los juegos de skate a todo ese público que había sido abandonado. Rapiñando lo mejor de cada casa, la enfermedad de los combos de los buenos juegos de Neversoft y el revolucionario control de los monopatines de EA. Era un juego feote, pero con mucho cariño.

Con la segunda parte, como gusta decir, es más y mejor. Más bonito, más largo y más profundo. El revert y el manual llegan aquí de golpe como lo hicieron en su día en la saga de Tony Hawk, alargando nuestros combos hasta cifras cercanas a la edad del universo. La estrella, el Daily Grind, es la única experiencia capaz de trasladar la agonía encima de una tabla, con un público delante, y sólo una oportunidad para clavar el truco. No sé si es el juego de skate que queríamos, pero sin duda es el mejor que tenemos.

Rebel Galaxy

Como dijo una vez un gran filósofo, el capitán Kirk: “el espacio es la última frontera” y parece ser que los chicos de Double Damage Games se lo han tomado en serio pues en marzo lanzaron Rebel Galaxy, el hijo bastardo entre el mejor juego de piratas hasta la fecha, Assassin’s Creed IV: Black Flag y el mejor juego de simulación espacial Elite: Dangerous, todo sin dejar de lado a la herencia familiar otorgada por Firefly, al más puro estilo Cowboy Bebop.

La premisa es simple, tenemos una galaxia finita que explorar ya sea como forajido, cazarrecompensas o comerciante. Me gusta decir que Rebel Galaxy bien podría decirse que es el modo offline de Elite: Dangerous, porque aunque contemos con una historia principal que motiva al jugador a viajar y explorar, la libertad es premiada.

En general, el juego gira en torno al combate naval. A menudo nos encontramos con hostiles al viajar de un lugar a otro y con un sistema simple pero eficaz y cómodo, deberemos afrontar las batallas. Aquí es donde se nota mucho que los chicos de Double Damage Games se han fijado al detalle en el combate naval de Assassin’s Creed IV: Black Flag, pues funciona de manera muy similar.

También hay que destacar que aunque no sea innovador, el título incorpora un sistema de conversación bastante entretenido y efectivo, algo que se agradece para introducir un toque de rol.

Quizá el título no sea una maravilla, pues no se libra de sus fallos; como el hecho de no ser un simulador espacial al uso, sino un simulador de navegación marítima en el espacio -no podemos movernos de manera vertical, sino que nuestra nave solo se mueve de forma horizontal-, pero Rebel Galaxy puede ser una experiencia gratificante para los usuarios que se sienten abrumados con otros títulos semejantes, como EVE Online o el ya nombrado Elite: Dangerous. Por otro lado, los jugadores experimentados en este tipo de juego espacial, se sentirán como en casa.

¿Por qué diablos cancelaron Firefly?

Rocket League

Si hay dos cosas que nos gustan como seres humanos son la diversión y la competición. Bueno… y alguna que otra cosilla más, pero no quedaban tan bien con el asunto que me traigo entre manos. Y es que hoy toca hablar un poco de indies, esos juegos que teóricamente son pequeñitos y de poco presupuesto, listos para que sean jugado por unos pocos jugadores de nicho. Digo teóricamente porque el título del que hablo yo rompe con todos los moldes. No es otro que Rocket League, un juego que mezcla fútbol con coches en épicos partidos de cinco minutos de hasta ocho jugadores.

No lo digo solo yo. Lo dicen los más de 8 millones de jugadores con los que cuenta el título hasta la fecha. Desarrollado por Psyonix Studios, tuvieron el buen tino de regalar el título en PS4 a través de su servicio Plus y más adelante junto con el Steam Controller, logrando alcanzar una cantidad inmensa de hogares. Todos recordamos nuestra primera partida: “Meh, coches y fútbol, vaya tontería, esto va a ser raro… juego una y lo desinstalo”. Y de repente, eran las 2 de la madrugada y seguíamos destruyendo a nuestros enemigos, haciendo salvadas épicas o acumulando “Trucos del sombrero”.

Esa es, precisamente, la clave de Rocket League. Es divertido. Y el factor diversión es algo que, por desgracia, la gente que consume videojuegos hoy en día parece haber olvidado. Psyonix ha demostrado este año 2015 que, para vender 8 millones de copias no hace falta un mundo abierto, con graficazos de 150.000 polígonos por modelado, sistema de decisiones o balance de clases… Rocket League es divertido, fresco, hace que se pasen las horas volando y, solo eso, hace que sea tan merecedor de un GOTY como el que más.

The Binding of Isaac Afterbirth

Anoche volví a bajar al sótano. Tras cuatro años, esperaba a las criaturas de siempre, algunas de las cuales ya me devuelven hasta el saludo. Tenía la esperanza de encontrar la misma moneda debajo de la misma roca, y el ojo congelante detrás de esa falsa pared. Iba con la certeza de que el miedo se había acabado, de que aquel pequeño mundo donde escondía mis pesadillas personales era mi pequeño reino. Vaya si estaba equivocado…

El delirante recorrido pseudoautobiográfico de Edmund McMillen continúa con este The Binding of Isaac: Afterbirth, que se dirige directamente a ti, fan dedicado de la saga: lo familiar se confunde con lo extraño en una remesa de nuevos enemigos que esconden más de un as en la manga, y los coleccionables garantizan runs de lágrimas-clavo que crean agujeros negros y parten el cielo en dos. El nuevo Modo Greed es condenadamente nuevo, transformando el juego en una suerte de modo Horda donde se van a someter a examen tus ansias de dinero y de poder. Also: más secretos. Más ítems. Más random de lo que ya era.

Probadlo ya, maldita sea. No me obliguéis a decirle a Krampus que vaya a por vosotros.

The Curious Expedition

Uno de los juegos indie que más me sorprendió este año, sobre todo porque salió de la nada (en realidad, del pequeñísimo estudio alemán Maschinen-Mensch formado por dos ex trabajadores de Yager), es The Curious Expedition. Se trata de un juego de estrategia que transcurre durante la locura exploradora e imperialista del siglo XIX y que nos llevará a los rincones más recónditos de la tierra para acumular fama y competir contra otras personalidades del momento.

Basado en turnos y con mapas diferentes en cada partida, propone una experiencia muy diferente a través de un pixel art minimalista y de un humor quizás hasta demasiado refinado. A pesar de su apariencia sencilla y casi infantil, se trata de un juego despiadado en el que la inteligencia y hasta la intuición resultan más importantes que la pericia. Ideal para sesiones cortas y para desestresarse a la vez que encarnas a los más grandes científicos de la historia esquivando la locura y evitando los peligrosos mosquitos, tigres, gorilas y hasta bichos mutantes.

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