Ni Top Manta ni hostias. Lo que no ha conseguido la piratería lo va a conseguir la propia Industria desde dentro. La hegemonía de los Party Games está a la vuelta de la esquina. Pero no la próxima, sino la que ya hemos pasado. Ve olvidándote de los Project Gotham Racing, Age of Empires y demás juegos sectarios. Lo que da dinero son los Party Games y las empresas están a dos segundos, cual patada giratoria de Chuck Norris, de darse cuenta. Chúpate esa, SGAE.
Algo está cambiando. Cuando antes venían tus colegas a casa y salía el tema de los videojuegos, no te mostraban su interés en echar unas partidas a tu última adquisición, a no ser que fueran tan aficionados como tú. Tus anécdotas sobre los logros que habías conseguido, el último nivel alcanzado o qué es lo que se desbloquea cuando consigues superar cierta fase nunca habían interesado tanto. ¿El culpable? Guitar Hero.
Atraer a los videojuegos a aquellas personas que siempre nos señalan con el dedo en los Centros Comerciales cuando nos ven atacando a la consola expuesta de turno, aunque el juego que esté corriendo en ella sea de la hornada inicial. Y finalmente lo han conseguido. Si Sing Star y Eye Toy inauguraron el camino de los Party Games, Guitar Hero le ha puesto parqué, máquinas de vending a los lados, hilo musical y una cinta automática para que el gran público se meta de lleno en el mundo de los videojuegos.
Y con tantos jugadores noveles ya casi en el bolsillo, ¿qué sentido tiene seguir tirando del carro de las grandes series de los videojuegos? El único tirón de esos héroes a los ojos de los nuevos jugadores será su fama, que les suenen sus nombres. Y como, de momento, no hay programas de Salsa Rosa en
A todo ésto nada podemos decir. Reciclarse o Morir, por lo menos nos queda la épica de que sea un solo de guitarra, a modo de viento del tiempo, el que acabe con tantos años de vicio freaky que hemos protagonizado. Lástima que los Scorpions y su Wind of Change no formen parte del tracklist del título de Red Octane…