La corrupción, el mal, los recortes –llamadlo como queráis— han llegado al idílico y colorido mundo de unos simpáticos hombrecillos desaliñados y nuestro noble objetivo será hacer retroceder esa malévola presencia. Así comienza Hairy Tales, un juego de plataformas que salió hace poco más de dos meses para iOS y un par de semanas después fue publicado en Desura. La versión que se analiza en este artículo es la de PC.
Artísticamente nos percataremos desde el principio de un estilo simpático y caricaturesco, muy apropiado para un juego que se define en Desura como «Cómico». Y, aunque no hace alardes de brillantez, la banda sonora que acompañará cada uno de los niveles cumple muy bien su papel. En el conjunto de estos apartados puede apreciarse un trabajo muy personal y característico.
Donde se centra el juego –y debe especialmente hacerlo uno de su género— es en la jugabilidad. En cada uno de los 72 niveles que lo componen, deberemos hacer llegar a nuestro protagonista, uno de esos personajillos desaliñados, a un extraño portal para pasar al siguiente puzle. El problema reside en que nuestro pequeño hippie andarín no entiende de giros ni direcciones y tan sólo avanza en línea recta, inconsciente de qué le depara poco más allá del borde del precipicio. Para lograr que no se mate él solito, deberemos interponer en su camino plataformas, muros, teletransportes y demás artefactos, mientras posteriormente, conforme avanzamos, aparecerán nuevos obstáculos que superar. Mientras consigue llegar a su destino, podremos recoger por el camino tres setas por nivel y limpiar el terreno de la malévola presencia recién llegada. Cuantas más setas y más terreno limpiemos, mejor, ya que al final de la partida estos datos quedarán almacenados. La idea, inicialmente muy divertida, se verá lastrada por problemas que veremos más adelante.
Completar todos los puzles que propone el juego lo conseguiremos en apenas unas pocas horas. La rejugabilidad, que es donde sus creadores parecen tener una de sus mejores bazas, no es más que una posibilidad en algunos niveles. Me explico: esas tres setas que podremos conseguir en cada nivel y el porcentaje de tierra a sanar los completaremos al máximo en muchas ocasiones sin querer ir específicamente a cogerlos. Muchas veces la primera solución del puzle es en la que lo completamos al cien por cien. Es decir, como si conseguimos todos los logros de un juego en la primera partida, lo que directamente mata prácticamente toda posibilidad de querer volver a jugar los niveles. Sencillamente, casi nunca hay motivo para hacerlo.
El principal problema de Hairy Tales –sin olvidar el peliagudo asunto de la poca rejugabilidad— es que falla donde un juego de su género no puede fallar. Hay mecánicas que no se nos explican en el tutorial, ni en los consejos por pantalla ni tan siquiera hay niveles específicos para aprenderlas. Simplemente llega un momento determinado en el juego en el que descubrimos un movimiento nuevo por nuestra cuenta que nos hubiera venido realmente bien en anteriores puzles. Además, en ocasiones aparecerá algún que otro bug cuando intentemos rotar una plataforma con el personaje estando en ella, echando a perder por completo una vida.
La cuestión es que, llegando ya a la valoración final, Hairy Tales no vale los cinco euros que piden por él ahora mismo en Desura. Con el panorama actual de juegos indie a muy buenos precios con experiencias muy superiores, hay puñados de otras opciones que calarán más y mejor. Realmente sólo lo recomiendo para los que puedan olvidarse de las contras ya mencionadas y les encanten las mecánicas del juego. De todas formas también está disponible para iOS, a un precio que no llega ni a la quinta parte que en su versión de PC y para donde parece que el juego fue diseñado. Pese al riesgo de pasarme de listo sin haber jugado dicha versión, aventuro que, además, ofrece una mejor experiencia. [55]