Imagina un juego deportivo. Da igual la especialidad, escoged la que más os guste. Fútbol, baloncesto, tenis, atletismo… Hasta Bobsleigh, si os mola la selección de Jamaica. Imagina que cada jornada no comenzara directamente en el campo, sino que te levantaras de tu cama, pudieras elegir el desayuno a tomar, si respetas el celibato o no antes de los entrenamientos y partidos, comprarte un coche molón para dejar flipados a los fans, firmar autógrafos con tu Nintendo DS, cenar en los restaurantes de moda, copar las portadas deportivas – y de la prensa rosa…. Imagina que el sueldo que firmaras realmente sirviera para algo, que se combinara el espíritu de los Sims con tu juego deportivo favorito. ¿Es imaginar demasiado? Al menos, siempre nos quedará Crackòvia…
Reflexión nacida por este post de Vertigo