Comienzas como si fuera un juego cualquiera, diseñando un personaje. Inviertes un montón de tiempo en seleccionar la clase (mago, bárbaro, noble, soldado, ladrón…) y otro tanto en escoger el color del pelo, la barbilla, la forma de los ojos. Le bautizas con un nombre molón y te pones a jugar. Y no tardas en morir. Una y otra vez. Y otra vez. Y una más.
Así hasta que te canses de jugar. Pero la magia de Demon’s Souls es que el morir se da por descontado y no estresa. No desespera. Al contrario, el juego de From Software consigue que algo tan simple como conseguir acabar con un nuevo enemigo sea recibido como un gran logro que haya que celebrar por todo lo alto.
Esa, al menos, es mi percepción de Demon’s Soul tras haberlo jugado durante 1 hora. El título publicado por Namco Bandai era uno de tantos que tenía pendientes de, al menos, probar y que encontré a un razonable precio en Amazon. También tengo pendiente la segunda parte, que tan generosamente me regaló Norritt, pero esa la dejaré para más adelante, cuando le haya metido unas cuantas horas a Demon’s Souls. Me espero una experiencia respetuosa con este juego pero ampliada y no quiero condicionar mis partidas a la primera entrega de PS3.
Más que difícil, Demon’s Souls me está pareciendo muy exigente, aunque es cierto que parte de esa exigencia viene por un sistema de combate demasiado brusco, poco depurado. Da poco margen de error al jugador y le hace sentir que cada error podría ser fatal. El morir te conduce al principio del nivel, y te anima a regresar al lugar del crimen para recuperar los puntos de alma que tuviéramos en el momento de la muerte y que nos permitirán adquirir equipamiento y otros items. Mención aparte a la posibilidad de dejar y leer mensajes que dejen otros jugadores, a forma de pistas o de engaños, a lo largo del nivel, así como reproducir a la muerte de otros personajes. Una interpretación del multijugador mágica, revolucionaria, para mi a la altura de lo visto en Journey.
Un Día de la Marmota convertido en Action RPG, una sucesión casi infinita de «Sólo una partida más», en el que no es especialmente complicado cargarse a unos cuantos enemigos, pero que, por su planteamiento, el conseguir alcanzar el final parece un verdadero reto, como no se cansan de pregonar los fans del juego. Una de dos, o son Legión o hacen mucho ruido. Pero que me pasen una cacerola a mi también, que esto me está gustando.