Mientras el día se despide, me dispongo a escribir una reflexión que llevo tiempo pensando. ¿Qué me ocurre? Pues que ahora más que nunca nos encontramos solos ante mil estímulos. Uno de ellos son los videojuegos, una de las actividades que más tiempo dedico ya sea por ocio o por colaboraciones.
La soledad y los videojuegos
Quizás este texto no le importe a nadie. Pero quizás sirva de espejo para preguntarnos si este sentimiento es o no falso.
Cuando juego, todo se me olvida. El tiempo mientras estoy en una partida siempre me ha parecido inversamente proporcional al tiempo real. Esto me sucede desde que un día jugué a un Mario Party siendo pequeña y me daba cuenta que habían pasado una hora y media.
Es cierto que en la actualidad jugamos juntos. Jugamos con gente. Sin embargo, no me deja de acudir la imagen de verme encerrada en una habitación viendo el tiempo pasar…mi juventud pasar mientras sostengo un mando y doy a botones al compás de lo que me pide el juego. Algo parecido con la experiencia que vives en “Stanley Parable” de Wreden que te hace pensar sobre cuán de similar es nuestra actividad enfrente de la consola.
Seguir un camino predeterminado (aunque cada vez hay más juegos que nos piden ser libres) y sin embargo, nos vemos abrumados por tantas posibilidades. De ahí, el sentimiento de agobio en sandbox como The Witcher 3 o Fallout 4.
Por otra parte, el hecho de cómo cambian las cosas: recuerdo los prejuicios sobre las horas destinadas a este ocio y ahora cómo absolutamente todos dedicamos tiempo ya sea en las Redes Sociales, en Internet o a los videojuegos. O a un libro, un vinilo, una película.
Y no quiero que me malentendáis, me ENCANTAN los videojuegos. Pero daría lo que fuera por tener la misma sensación de bienestar que cuando estudio, aprendo, viajo, y socializo. Sin embargo, la sensación de soledad se incrementa más y más y a raíz de alguna que otra charla con amigos me doy cuenta de que no soy la única.
Quizás se perdió una de las bazas que más unían a las personas: el cooperativo local. Recuerdo jugar a partidas de Counter Strike en una sala con ocho personas pero en un cooperativo cerrado donde el Internet aún costaba un pastón. O de jugar mando con mando con mi hermana a algún Need for Speed. Ya no se apuesta por este modo, relegándolo a un ítem vintage solo disponible en juegos de la pasada generación.
Además de todo ello, veo peleas por cualquier detalle en esta industria, lo que me hace sentir apenada. Porque hace menos de un mes asistí a la Madrid Gaming Experience gracias a esta, nuestra página y vi lo maravillosa que es la comunidad. Y lo caluroso que es sentir que perteneces a algo. Quizás necesitamos más unión y jugar codo con codo para volver a sentir la chispa de que el juego con o sin reglas se inventó para socializar, para unir, para divertirnos. Have fun, everyone.