Kickstarter me llegó al alma, directamente. La oportunidad de poder financiar proyectos con buenísima pinta, de algunos de mis creadores favoritos, sentirte parte de la creación de un videojuego del que te mueres por jugar, era algo demasiado romántico para ser verdad. O al menos, para ser toda la verdad.
Durante unos meses me gasté más apoyando proyectos de gente como Brian Fargo o Keiji Inafune que comprando juegos comerciales. Nunca mais. Y es que los Kickstarter a estudios de perfil alto se me han revelado como el timo de la estampita – perdona la dramatización y la opinión implícita que hay detrás de estas líneas. Cada vez que veo como un videojuego que presuntamente se ha financiado con las aportaciones de los backers que acaba no anteponiendo dichos mecenas al resto de la comunidad, me siento insultado, despreciado. Y por eso he decidido no volver a apoyar proyectos en Kickstarter que vengan apadrinados por el figura de turno.
Casuísticas con las que me he encontrado:
- Proyectos que una vez financiados se transforman en algo diferente.
- Creadores que firman millonarios contratos y que se olvidan de los backers.
- Juegos que se ponen a la venta para el gran público sin que los backers reciban su copia.
- Proyectos que se financian de sobra y que luego el desarrollador se desmarca pidiendo aún más dinero.
- Juegos que se ponen a la venta más baratos que lo que costaba en el Kickstarter
El argumento de que realmente sin tu apoyo el videojuego en cuestión no podría haberse creado se derrumba cuando ves qué pasa cuando el videojuego está acabado y comienza su andadura por el circuito comercial. Ahí los desarrolladores, por mucho que tengan en su mesita de noche un listado de nombres de backers y estén eternamente agradecidos, ya no se acuerdan más de ellos que para, si acaso, enviarles emails de sus próximos proyectos, unos proyectos que, por supuestísimo, solo pueden llegar a crear con su ayuda.
El único factor que objetivamente puede justificar el apoyo a un Kickstarter de un estudio de VIPs son las recompensas. Pero entonces ya no estamos hablando de puro mecenazgo, sino simplemente de una compra por adelantado de una Edición Coleccionista o similar.
Lo siento, desarrollador all-star, conmigo no cuentes para más Kickstarters. Sí, quizá volveré a apoyar esos desarrollos patrios que más cariño me sugieran, como en su día hice por el reciente Dead Synchronicity de los amigos de Fictiorama, pero me voy a guardar muy mucho de repetir experiencias como Pillars of Eternity o Wasteland 2. Sinceramente, creo que, tras ver el éxito comercial de ambos y el nulo impacto que esto tiene en los backers, he hecho de pagafantas.