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Kirby’s Epic Yarn llega tarde al circo



Mira que es bonito Kirby’s Epic Yarn. Tanto, que uno se queda embelesado admirando el diseño de los personajes, de los niveles, de las transformaciones del propio Kirby y del resto de los habitantes virtuales del juego. Hasta que, como una revelación, uno se da cuenta que está jugando a algo que ya había jugado antes. Y no es una sensación demasiado agradable, precisamente.

Y es que la propuesta del enésimo Kirby parece una versión muy muy light de la del primer LittleBigPlanet, eliminando, además, el principal potencial de la franquicia de MediaMolecule: el editor de niveles.

Aparte del arte, los únicos highlight son un modo a 2 bandas – que palidece, claro, cuando se compara con los 4 jugadores simultáneos del título del que tanto ha bebido – y las transformaciones de Kirby en diferentes vehículos con los que tendrá que superar los retos propuestos en determinados tramos de los niveles, además de una perfecta localización en castellano. Sin duda el mayor aliciente para seguir jugando a uno de los plataformas con menos valor añadido Nintendo que he jugado en mucho tiempo.

Una dificultad anecdótica, mecánica de juego demasiado simple y unos niveles cuyo preciosista diseño contrasta con una jugabilidad que parece enfocada a niños de preescolar, Kirby’s Epic Yarn se queda como una reivindicación de que el arte es una alternativa al músculo.

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