Tomb Raider es, más allá de su calidad, el juego del momento. Lanzado en estas anticomerciales fechas, seguramente, para no tener que compartir focos, el título de Crystal Dynamics coloca a Lara Croft en lo más alto, la misma posición que ocupó en los tiempos de PSX, aunque con una fórmula que apenas tiene que ver.
El resultado, sin embargo, puede valorarse de una forma parecida a la de la primera Lara: es una gran producción que no inventa nada pero que todo lo que hace lo hace muy bien… a excepción del multijugador.
Y eso que el inicio de Tomb Raider, en forma de opening, es francamente desalentador, con una cinemática nada espectacular. Crystal Dynamics ha tirado por la via fácil para el principio de un juego que, eso sí, no tarda en redimirse. La cuidadísima ambientación consigue que no tardemos en olvidar un principio que, incomprensiblemente viendo lo que viene después, desprecia esas clases magistrales de Valve y Rockstar, impartidas en Half-Life y Red Dead Redemption, respectivamente.
Pero el enorme trabajo gráfico y la ambientación de la isla de Tomb Raider salvan el entuerto, a pesar de una poco inspirada historia y el escaso carisma de una Lara recién salida de la facultad que, en la práctica, tiene tantos recursos en el campo de batalla como John Rambo. El argumento es absolutamente lineal y nos empujará a desplazarnos de un punto A a un punto B, casi siempre de una forma muy peliculera: escalando, tirolina…. El realismo queda únicamente reservado para mostrar las dolorosas heridas de la prota. Hay que destacar, sin embargo, que el relativo nivel de libertad de Tomb Raider permite el realizar otras actividades no relacionadas directamente con el Modo Historia, lo que a la postre es el gran acierto del juego de Crystal Dynamics.
La búsqueda de piezas con las que mejorar las armas, desbloquear las habilidades de Lara o, sobre todo, el acceso a misiones secundarias de búsqueda de tesoros, son sin duda los mejores momentos de este Tomb Raider. El encontrar un tesoro escondido tras explorar una cueva desconocida repleta de tesoros a la que has ido a parar casi de casualidad dirigiéndote de camino una misión proporciona unas sensaciones muy de primer visionado de Indiana Jones. Sí, y soy consciente que son palabras mayores.
En esos momentos es cuando Tomb Raider está más cerca de sorprender al jugador que se ha pasado meses viendo vídeos y vídeos del título producido por Square Enix. Y es que los visuales del juego de Crystal Dynamics son muy espectaculares, posiblemente de lo mejor – sino lo mejor – visto en una 360, pero estos gráficos ya los habíamos visto en los vídeos promocionales, por lo que el factor sorpresa ha quedado minimizado con la campaña de hype. Una campaña de hype que, es de remarcar, no ha conseguido acabar con Tomb Raider, y eso que las expectativas eran altas.
Los saltos imposibles de los Tomb Raider de toda la vida han dado paso a un estilo muy cinematográfico presidido por el sistema de detección de objetos con los que se puede interactuar en el escenario en cada momento que tantos y tantos títulos han asumido como el standard para no dejar a nadie en tierra. Eso quiere decir que salvo momentos muy puntuales, Tomb Raider es un juego que no supone un reto, ni como plataformas ni como aventura. Los contados puzzles, a su vez, son sencillos y centrados en utilizar elementos del escenario para habilitar nuevas rutas. Nadie debería quedarse bloqueado por ellos, básicamente porque Crystal Dynamics no tienen interés en que eso suceda.
La mayor dificultad del Modo Historia, si es que existe alguna, se encuentra en los combates. En Tomb Raider estos están pensados para facilitar las cosas al personal. Las coberturas son automáticas – un sistema que funciona perfecto, debo destacar – , hay munición de sobras – al menos en el modo de dificultad Normal -, y los enemigos tan solo son peligrosos cuando atacan en grupo y se turnan en enviarnos regalitos en forma de granadas o similares con una precisión tan desquiciante como milimétrica. La estrategia de infiltración / ataques por la espalda únicamente se podrá llevar a cabo antes de llamar la atención de un grupo de enemigos. Una vez empiece el jaleo, ya te tendrán localizado en todo momento. Un sistema que funciona en el juego offline pero que no ha conseguido traducirse en un online que consiga reivindicarse en el paquete.
El título de Lara Croft es una superproducción al uso, una película palomitera pero de las que se hacen con mimo, una serie blockbuster cuyo argumento no acaba de cuadrar pero que, por factura, no puedes dejar de ver, capítulo tras capítulo. Una creación que, como única licencia casi artística, presume de ser una Obra Adulta mostrando a una vulnerable Lara que sufre en sus carnes golpes, disparos y demás gajes del oficio de protagonista. Sus muertes serán, si tu habilidad al pad no lo impide, de los momentos más chocantes de Tomb Raider, debido a la crudeza con la que se retrata nuestro fracaso como jugadores. El concepto de «lucha por la supervivencia» está perfectamente retratado tanto en la jugabilidad como en el estilo visual. Como jugador sufriremos con cada emboscada, con cada trampa, con cada golpe que reciba la protagonista. Un grandísimo trabajo de ambientación de Crystal Dynamics, sin duda.
La música y los efectos de sonido son de altísimo nivel, muy realistas, y recrean una ambientación sonora perfecta para trasladarnos a una peligrosa isla presuntamente desierta. Square Enix ha tenido el detallazo de doblar el juego al castellano para contentar a los que demandan una localización completa. El resultado es mejorable, aunque hay que destacar el trabajo de la actriz que encarna a Lara, Guiomar Alburquerque, que es de nota. Por suerte, desde el menú de opciones principal del juego es posible activar tanto la pista de audio original como los subtítulos, por lo que es posible disfrutar en la versión PAL española de las grandes interpretaciones anglosajonas.
Lara Croft vuelve por la puerta grande, tras algún incomprensible patinazo. Con este reboot de Tomb Raider, la Diva se coloca, al menos temporalmente, la lucrativa corona de lo mainstream, relevando al ¿efímero? Dante con un título que mejora las virtudes de las grandes producciones, aunque paga el peaje de hacer suyos los mayores defectos de las aventuras de acción Triple A: es previsible y muy casual.[90]