Eso afirma un estudio publicado por el Telegraph del Reino Unido. Y yo afirmo que es mentira, ¡cabrones! y si no me hubiera bebido ya cinco carajillos esta mañana y un par de cervezas con el montadito del almuerzo iba a ir para allá y os ibais a enterar.
Imagen que ilustra la entrada «videojugador» en el diccionario de la RAE
No sé escribir muy bien, y tampoco soy muy guapo y no me quiere nadie, pero puedo resumiros la noticia: según los científicos, aquellos que pasan largas horas intentando conseguir «top scores» son los que están más cerca de sufrir las consecuencias. Afirman que los jugadores habituales son más propensos a beber alcohol y a tomar drogas que otros.
La investigación se había realizado entre más de 800 universitarios y la mayoría de los varones a los que preguntaron, un 55 %, eran jugadores regulares, que usaban la consola cada día. Sin embargo, sólo el 7 por ciento de las mujeres admitían jugar con esa frecuencia. Sin embargo, las videojugadoras tenían síntomas de tener una baja autoestima, algo que no se puede comprobar entre las personas del sexo masculino. Y yo me pregunto, ¿cuál es la causa y cuál el efecto?
Además, los videojugadores tienen un 10 % más de probabilidades de darse a la bebida y tomar drogas que quiénes no juegan con frecuencia. El porcentaje se incrementa hasta el 33 % si hablamos del consumo de cannabis (¡a qué tienen razón!).
Además, según se incrementa el tiempo de juego, decrece la calidad de las relaciones con amigos y familia, aunque sus efectos no son dramáticos. Afortunadamente uno de los profesores del estudio establece una conclusión más lógica: «podría ser que los adolescentes se quiten de las relaciones sociales para jugar videojuegos o que la gente que tiene problemas con las relaciones sociales encuentre en ellos otra forma de pasar el tiempo. Creo que ambos factores se retroalimentan».
Y atentos, que afirman que el próximo estudio irá dedicado a ver si los juegos causan daño a las relaciones «románticas». A follar, vamos. Y os dejo ya que me tengo que ir a hacer la comida, porque como ni mis padres me hablan ya…