Metroid Dread: Un regreso por la puerta grande

Parece mentira que hayan pasado casi veinte años desde la última entrega original de la saga en dos dimensiones. Y es que, aunque parece que fue ayer, Metroid Fusion debutó en 2002. Ahora, en la recta final de 2021, presenciamos el aterrizaje de Metroid Dread, la nueva aventura de Samus de la mano de MercurySteam.

ZDR, el escenario de una misión inédita

Zebes, Tallon IV, Phaaze… No son pocos los planetas que hemos explorado junto a la cazarrecompensas espacial más popular de la historia del videojuego, pero un explorador siempre necesita más. Por eso mismo, en esta ocasión hemos acabado en ZDR, el nuevo escenario que el estudio español MercurySteam, que ya dejó su sello en Metroid: Samus Returns, ha diseñado con palmo a palmo para brindarnos una nueva y espectacular aventura. Porque, aunque es algo que comentaré en las conclusiones finales, también puedo decirlo ahora: Metroid Dread es muy bueno.

Eso de explorar está muy bien, pero ya sabemos que si no tuviese una meta entre ceja y ceja, Samus ni siquiera bajaría de su nace. El objetivo atiende al nombre de X, el parásito al que conocimos en el citado Metroid Fusion de Game Boy Advance. Esta entidad es sumamente inteligente y es capaz de introducirse en cualquier especie orgánica y tomar rápidamente el control de su huésped. Originario del planeta SR388, el parásito X fue un quebradero de cabeza para los Chozo, quienes trazaron un plan para combatirlo que consistía en concebir criaturas capaces de hacerle frente: los Metroid. Ya sabéis todo lo que sucedió a raíz de su creación.

Un clásico instantáneo, pero novedoso

Hay varias cosas que me han gustado mucho. La primera es que parece que los años no pasan por la saga; MercurySteam ha llevado a cabo un gran trabajo en lo que a diseño de niveles se refiere y, una vez más, queda patente cómo se estableció el género metroidvania. ZDR es un lugar hostil, en el que no podemos dar un paso sin permanecer alertas ante cualquier amenaza, pero nos incentiva constantemente a explorar cada milímetro del mapeado.

El juego cuenta con un sinfín de objetos, mejoras y habilidades que podemos —y debemos— encontrar a lo largo y ancho del escenario. Como es habitual, inicialmente no podemos hacer demasiado, pero conforme progresamos un poco en la historia y accedemos a diferentes áreas, empezamos a vislumbrar la cantidad de conexiones, lugares secretos y recovecos a los que somos capaces de acceder. Metroid Dread es un título muy adictivo gracias, entre otras cosas, a lo gratificante que resulta jugar a ser completistas.

La segunda merece mención aparte y no es otra cosa que el nuevo sistema de control, pues ofrece un nivel de precisión que nunca habíamos visto en la saga. Manejar a Samus es una auténtica delicia gracias a la respuesta inmediata, el abanico de habilidades de movimiento del que dispone y lo fluido que resulta el desplazamiento. En este sentido, un diez para MercurySteam por haber diseñado una auténtica bomba jugable. Sé que no hay mejor modo de contrastar esto que probándolo uno mismo, pero estoy seguro de que cualquiera que lo haga estará de acuerdo punto por punto.

Un sistema de control que, además, está marcado por la presencia de los E.M.M.I., un nuevo enemigo que nos pone las cosas difíciles en numerosas ocasiones. Con su inconfundible aspecto de perro robótico, estos seres patrullan algunas secciones del escenario y están programados con el único fin de acabar con nosotros. Su inclusión aporta frescura a la saga, pues en ningún momento se sienten como el recurrente enemigo inmortal que rara vez se introduce con acierto en un videojuego; en Metroid Dread, sus rutinas de vigilancia se limita a segmentos determinados del mapa, podemos identificarlos perfectamente y en cuanto aparecen, lo único que debemos hacer es huir a toda pastilla hasta alcanzar un lugar seguro. Además, en el caso de que logren echarnos el guante, tenemos la oportunidad de librarnos de ellos mediante un intuitivo parry o contraataque que debemos ejecutar en el momento perfecto.

La tercera y última, quizá la que más me ha sorprendido, es la calidad de los enfrentamientos contra jefes finales. Tranquilos, no voy a destriparos ninguno, pero os diré que prácticamente todos se situarían en lo más alto de una lista llamada “los mejores jefes de la historia de la saga”. Son realmente buenos, variados y no hay uno que no plantee una batalla intensa, con tintes de puzle y en resumidas cuentas, un desafío de lo más gratificante.

Un regreso a la altura de la leyenda

Metroid Dread es, simple y llanamente, la entrega en dos dimensiones con la que cualquier seguidor de la franquicia lleva años soñando. Una aventura fiel a los orígenes; variada, intensa y cargada de buenos detalles que homenajean en todo momento a una de las licencias más queridas de Nintendo. MercurySteam ha llevado a cabo un gran trabajo para capturar la esencia de la saga e introducir nuevas mecánicas como la presencia de los EMMI, así como en lo que al diseño de niveles y enfrentamientos contra jefes finales se refiere. Por si fuese poco, los 60 FPS y la dirección de arte son elementos que, unidos a la delicia que brinda el sistema de control, dan lugar a que explorar ZDR sea una auténtica gozada. Samus Aran ha regresado, después de muchos años, por la puerta grande. [90]

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