Conforme vas creciendo, comienzas a oír hablar de ello, incluso lees sobre ello en algunos sitios, pero eso no sirve para hacerte a la idea de lo que realmente se siente. Tus amigos tratan de explicarte cómo lo han vivido ellos, pero no es lo mismo, y lo sabes. Tienes una larga lista detrás, pasaste ratos muy agradables, pero ninguno de ellos fue el elegido.
Pueden haberte recomendado algunos para empezar, pero aún así no tienes ni idea de si va a ser el primero hasta que realmente lo estás viviendo. Puede, incluso, darse el caso de que sea con alguno que nadie conoce y que ha pasado bastante desapercibido.
Mi primera vez fue a finales del año 2000. Estaba con un amigo. El disco no tenía nada de especial porque era una versión pre-release para testeo. Su madre trabajaba en la distribuidora del juego y mi amigo tenía la suerte de recibir al menos una vez por semana una considerable torre de cajas de juegos de PSX por la cara, y muchos antes de que saliesen, como era el caso. Yo solo había leído sobre él en algunas revistas, lo suficiente para que me picase la curiosidad viendo el éxito que había cosechado su lanzamiento en otros países. Ni siquiera había jugado otro título de ese género.
Metimos el disco en la PlayStation. No fue la primera vez; aunque era bastante pequeña, ya llevaba años disfrutando de los videojuegos y de otras consolas anteriormente. Pero no como disfruté con ese. Debieron ser mis gustos, mi pasión por la lectura, lo entrañables que me parecieron los personajes, lo fantástica que me resultó la música… Esa tarde con mi amigo, y más tarde sola en mi cuarto, descubrí detalles que nunca había advertido antes en otro juego. Ambientación, escenarios, diálogos… Todo parecía encajar perfectamente, formando una historia que me atrapó y de la que me sentía parte. Me alegraba con cada triunfo de los personajes, me frustraba cada derrota. Lloré por primera vez jugando. Ya hace más de diez años de aquello, y aún me gusta volver a coger el juego y rejugarlo. Rememorar todo lo que disfruté con él. Apreciar nuevos detalles, comprender nuevos matices que no advertí las primeras veces porque era demasiado pequeña. A veces incluso me gustaría olvidar que lo he jugado para poder vivir como si fuese la primera vez todas las sensaciones que me produjo. Como uno de esos libros que nunca quieres acabar. Como una de esas películas que dejan algo en ti después de terminar.
¿Qué hace a algunos juegos maravillosos a nuestros ojos? El hecho de que puedan ir más allá que una mera herramienta de entretenimiento. El hecho de que no solo se limiten a permitirnos pasar ratos divertidos. El hecho de que no son, como muchos se empeñan en decir, una pérdida del tiempo que podríamos invertir en cosas mejores. Todos hemos disfrutado una larga lista de títulos, pero seguro que entre todos ellos, hay uno que nos hizo darnos cuenta de las infinitas posibilidades que este hobby ofrecía, alguno que marcó un pequeño punto de inflexión.
Gráficos, historia, generación de consolas en la que fue… No importa. Algunos con una recreativa. Otros con un Spectrum. Otros, quizá, hace tan solo unos días. Seguro que todos tenemos nuestra primera vez. Y seguimos rememorándola cada vez que disfrutamos de un buen título. Esa es la magia de los videojuegos.