Tras la poco acertada conversión de Ironman del celuloide a los videojuegos, SEGA contraataca con el juego oficial de El increíble Hulk, el segundo personaje de la Marvel que visitará nuestras máquinas de ocio durante este 2008.
Las similitudes con Ironman son muchas y las podríamos resumir en una simple sentencia: «No cumplen con lo esperado» o con un «No están al nivel de la película». Sin embargo, y es una opinión propia, el videojuego de Hulk es mucho más acertado que el del hombre de la armadura de acero. En primer lugar porque es mucho más accesible, abierto y variado. Porque no te vas a quedar atascado en un nivel del que jamás podrás salir como ocurría con el título protagonizado por Tony Stark.
Y es que si hay un gran acierto en El increíble Hulk es su planteamiento a lo sandbox, una ciudad (Nueva York, concretamente toda la isla de Manhattan) totalmente abierta, que podemos destruir completamente y en la que siempre hay algo que hacer. Se ha recreado la isla de Manhattan de forma pormenorizada (luego hablaremos de sus limitaciones técnicas) con sus edificios singulares para visitar y destruir, repleta de gente, taxis amarillos y tiendas de hot dogs (muy a lo GTA IV). Podemos recorrerla libremente para ir encontrando objetos, souvenirs, portadas de cómics y, en una clarísima y nada oculta alusión a Crackdown, una especie de «orbes» que nos servirán para mejorar las capacidades atléticas y de furia de La Cosa.
Su planteamiento abierto nos permite seleccionar de entre un número limitado de misiones la que más nos convenga en cada momento, aunque su concepción argumental y su narrativa poco o nada tengan que ver con la película. Pero además de las misiones principales, la exploración del decorado y el éxtasis de la destrucción, existen también varios minijuegos. Vuelve a aludirse sin vergüenza alguna a Crackdown con las Carreras por los tejados, y otros como Destrucción nos recuerdan más a algunas de las actividades de Saints Row.
Si me preguntáis si resulta entretenida tanta variedad la respuesta es por momentos. La exploración de los decorados viene muy marcada por las limitaciones del engine y no llega al espectacular nivel del imitado, Crackdown. Con los minijuegos pasa un poco igual y la recompensa por cumplirlos no es tan satisfactoria como para incentivarte a jugarlos. Y las misiones de la historia tienden a repetirse: acabar con las facciones enemigas que te atacan sin piedad, proteger a cierto personaje para que cumpla sus objetivos o destruir ciertas bases militares del Enclave. Tienden a repetirse y al no tener un argumento bien entretejido (acompañado de la parquedad de las secuencias de introducción) la impresión que se queda grabada es que caminamos hacia delante pero sin rumbo fijo.
Técnicamente, El Increíble Hulk está un par de pasos por detrás de lo exigido. La ciudad de Manhattan, totalmente abierta a la exploración, tiene un tamaño colosal y recorrerla a pie o usando el salto de Hulk de una punta a otra te puede llevar diez minutos. En las calles siempre hay gente corriendo, coches circulando y estrellándose contra los edificios tras ver al Gigante Verde; siempre hay soldados que te pondrán las cosas difíciles. Sin embargo, su visión no resulta nada satisfactoria. No da la impresión de que se trate de Manhattan por mucho que veamos Central Park, el edificio de la ONU o el Empire State. Está muy lejos del criticado apartado técnico de GTA IV. Sí, se puede destruir todo e interactuar con todo lo que aparece en pantalla, bien sea agarrándolo o destruyéndolo. Pero parece una ciudad de cartón piedra que bien podría ser NY, Chicago o Hong Kong que daría lo mismo.
Otros fallos memorables están en un popping descomunal y molestísimo y unas texturas que están varios años detrás de los cánones actuales. Tampoco el engine es lo suficientemente potente, sobre todo a la hora de apuntar a los enemigos o girar la cámara para tener una mejor visión de la acción, pero no se le debe tener muy en cuenta al ser un fallo recurrente en los juegos de acción en tercera persona. Únicamente el modelado de Hulk cumple con lo esperado.
Y así llegamos casi a la conclusión. Y es que la satisfacción del juego reside en Hulk y sólo en Hulk. En el personaje creado por Stan Lee reside el mayor atractivo de la obra de SEGA: usar sus poderes para avanzar por la ciudad, su descomunal fuerza, sus accesos de ira, su potente salto… Ir abriendo nuevos golpes y poderes a medida que cumplimos «logros» en nuestro free roaming por Manhattan es lo mejor del juego, sentirte Hulk por momentos. Y si tuviera que destacar algo más sería que está doblado al castellano y que el número y calidad de las bonificaciones desbloqueables (portadas de cómic, variantes en el diseño del protagonista, artworks) no defraudan.
Y ahora sí que concluimos. El Increíble Hulk partía de una base acertadísima, un estilo abierto e ilimitado, pero sus limitaciones técnicas, la repetición de planteamientos en las misiones, la poca satisfacción que se encuentra al explorar Manhattan, su pésima línea argumental y la ausencia de opciones multijugador lo relegan a un juego que está bien probar, pero no comprar. Podría haber sido un juego interesantísimo y comparado con Ironman es más entretenido y, principalmente, asequible para todos los jugadores, pero nuevamente nos quedamos con las ganas de tener un videojuego definitivo protagonizado por un personaje de Marvel. Una pena.
Web oficial | Hulk
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