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Microanálisis: Juiced 2 : Hot Import Nights (PS2)

Los videojuegos ambientados en el mundo del tunning han tomado la (fea) costumbre de identificar a modificadores de coches con descerebrados amantes del riesgo, la música machacona y las mujeres de generosa pechuga. Juiced y su continuación son un clarísimo ejemplo, con un empaquetado que muestra más féminas en ropa interior que el catálogo de Victoria’s Secret. Por otro lado, la única versión que hemos conseguido para hacer la crítica, a pesar de los intentos de THQ por ofrecernos algo más acorde a estos tiempos, ha sido la de PlayStation 2 y a ella nos ceñiremos.

Juiced 2 tiene un apartado realmente interesante y creo que bastante destacable que es el modo campeonato. Ofrece varias propuestas interesantes para diferenciarse de otros videojuegos similares (que no son pocos), como la posibilidad de apostar dinero contra otros pilotos durantes las carreras, la forma de evolucionar el jugador añadiendo rasgos a lo que han llamado ADN, que viene a representar nuestra pericia en diferentes facetas de la conducción: capacidad de derrapar, número de adelantamientos, kilómetros corridos, veces que hemos asustado a los rivales…

También ofrece un acercamiento bastante original a la hora de progresar en nuestra carrera al dominio del asfalto; en muchos puntos es bastante clásico, es decir, corremos, ganamos carreras y con ellas dinero con el que mejorar los vehículos o adquirir uno nuevo, pero nos ofrece cierta libertad. Se debe a que para progresar no es necesario vencer en todos los circuitos, si no cumplir una serie de requisitos: realizar cierto número de adelantamientos, tantos metros derrapando o volando por los aires, acosar a determinado rival, quedar en determinado puesto en cierto tipo de carrera… Así en cada categoría tenemos determinado número de circuitos que podemos recorrer en el orden que queramos hasta que cumplir los requisitos y poder progresar al siguiente nivel.

Sin embargo en el resto de apartados es tremendamente convencional y previsible. Los tipos de carrera van desde el clásico eliminador (monumento a Burnout ya), a las que nos proponen quedar en determinado puesto o conseguir cierta puntuación derrapando. El diseño de los circuitos, en urbes reales de todo el planeta, bebe a morro y dejando un claro rastro, de la saga Project Gotham, pero con un apartado gráfico que parece el de Metropolis Street Racer, muchos aspectos del diseño y del sistema de conducción son clavados a los de la franquicia Need for Speed… La «originalidad» que posee en el modo carrera se diluyen en el resto de características.

Así tenemos como resultado un arcade muy sencillo, válido para cualquier tipo de jugador por su escasa dificultad (o por su curva de aprendizaje adaptada a todos los públicos) y con muchas carencias en la simulación de la física de los vehículos que van patinando sobre un asfalto que siempre parece mojado. Mención honorífica para la música maquinera de horrible gusto, para un juego que satisfará a los amantes de la modificación de vehículos (aunque por detrás en posibilidades de «tunning» de títulos como Need for Speed) menos exigentes y que horrorizará a quienes hayan visto abiertas las puertas del verdadero realismo arcade con un título como Sega Rally, realizado por y para jugones.

Veredicto

    ¿Jugaría más de dos horas si no tuviera que analizarlo? Tal vez un poco más, pero no demasiado
    ¿Por qué?Porque hay demasidos títulos en el mercado similares pero que superan con creces su propuesta técnica y jugable

Web oficial THQ España

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