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[Microanálisis] Lair (PlayStation 3)


Hype es una palabra que viene muy estrechamente ligada a la Next-Gen. Ni una sola consola se ha librado de ella y tanto Wii como Xbox 360 y PS3 han recibido con alfombra roja a juegos que, al final, no han pasado de ser medianías o incluso algo peor. Pero sin duda es la consola de Sony la que más factura está pagando por este hecho. Franquicias exclusivas y prometedoras como Heavenly Sword, Motorstorm o Resistance no han conseguido reivindicarse como auténticos vendemáquinas. Ahora llega Lair y, por desgracia, tampoco se reivindica como la gran exclusiva de PS3.

Y es que Lair es un juego entretenido, un mata mata de la antigua escuela pero vestido con traje 3D que a alguno le recordará la apuesta de Sega con el mítico Panzer Dragoon, pero con una jugabilidad bastante menos arcade. Controlamos a un arma mortífera, un dragón, capaz de destrozar todo lo que se ponga por delante. Un arma temible, tan sólo rivalizada por los demás seres volantes que pueblan el mundo de la producción de Factor 5. El sistema de control del dragón mientras vuela es mediante el SixAxis y les ha quedado intuitivo, menos cuando intentamos hacer cosas bruscas o extremadas. Como por ejemplo al girar más de 90 grados el mando sobre si mismo, no conseguiremos realizar tirabuzones, sino que el dragón se vaya para el otro lado. En tierra el control se centra en las palancas.

Los escenarios son grandes, trabajados pero quizá demasiado vacíos. Los personajes, detallados y trabajados, pero con unas animaciones faciales muy rígidas, que quedan en evidencia, sobre todo en lo que respecta a las cinemáticas, al compararlas con las vistas en juegos como Mass Effect o Heavenly Sword. En cuanto a las animaciones, las del dragón son intachables, y las demás púramente anecdóticas, de relleno. El epicentro de todo son los dragones, y su diseño y acabados han sido tratados en consecuencia. Es un auténtico regalo para la vista el admirarlos de cerca antes de montarlos para cabalgar los cielos; Por eso quizá se echa en falta una vista mucho más cercana, que nos haga darnos cuenta del enorme tamaño de una de estas bestias mitológicas.

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