La enésima adaptación de las aventuras de la familia Simpson al mundo de los videojuegos es un homenaje al sector, a esta industria con cada vez mayor poder, a los clásicos jugables, a sus clichés, a sus tópicos, a la propia infrahistoria de un sector en el que la imaginación es una virtud al alcance de muy pocos.
Con una presentación excelente para los amantes de la serie de animación más lóngeva de la historia (19 temporadas en los USA) y repleta de minutos de metraje exclusivos (o semi-exclusivos, ya que la escena inicial parte de una secuencia por todos conocida), y una localización absolutamente soberbia, con todos las voces interpretadas por los actores de doblaje de la serie de TV, Los Simpsons, El Videojuego, es un título repleto de humor, de chascarrillos típicos de los habitantes de Springfield, pero cuyos valores jugables no están a altura de lo que podrían esperar los expertos en la materia.
En primer lugar la recreación de Springfield carece de vida propia más allá de la sucesión aleatoria de personajes por las calles que visitamos. No hay coches circulando, ni un sonido ambiental que haga creer que la ciudad está viva… Es cierto que ir paseando y encontrarte al Señor Burns clamando al cielo porque hace 5 minutos que no ve a Smithers provoca una sonrisa, al igual que ver a Barney borracho como una cuba y poder hablar con ellos y que te digan una frase divertida, está muy bien, es divertido al principio, pero se le podría exigir mucho más, un concepto más abierto de la experiencia de juego.
Los paseos por Springfield básicamente sirven para recoger bonus ocultos y llegar de una misión a otra, de un total de 18 disponibles. Dependiendo de la pantalla, usaremos una combinación de dos personajes para completarla (Homer-Bart, Lisa-Marge y resto de combinaciones, aunque siempre habrá un personaje obligatorio para cada misión) y aquí es donde entra el multijugador cooperativo. Si juegas en solitario, cambias de personaje para resolver los puzzles típicos de los videojuegos (pulsar botones, romper cajas), y jugando en pareja, cada uno maneja a uno de los personajes.
La duración media de cada episodio varía entre los 5-10 minutos de las primeros hasta un máximo de 20-25 minutos según avancemos, bastante menos si somos hábiles, y su dificultad es nula. La energía se recupera automáticamente, algunos saltos están predefinidos, los enemigos son cualquier cosa menos inteligentes, los puzzles intentan ser un homenaje a los clichés de los videojuegos, o lo que es lo mismo, son más básicos que el mecanismo del chupete, la libertad de exploración en cada misión es limitadísima y para más inri, las opciones online son prácticamente inexistentes. El resultado es un juego monocorde, sencillote y cortísimo. Además algunos fallos en el motor gráfico y una cámara para seguir la situación que está al nivel de la anterior generación hacen que en algunos momentos el seguimiento de la acción sea bastante impreciso.
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