¿Cuántos juegos actuales pueden presumir de ser dignos sucesores espíritu-temporales de los Double Dragon, Streets of Rage, Golden Axe, Captain Commando o Final Fight? Pocos, muy pocos. Sencillamente me resulta tremendamente difícil comprender cómo un género tan atractivo para los usuarios como el de los beat’ em up tiene tan poca respuesta por parte de las desarrolladoras; y me asombra aún más que de ese escaso número de «juegos de lucha» se puedan contar con los dedos de una mano los títulos que tienen calidad suficiente como para ser resaltados en la historia de los videojuegos.
Entre estos últimos podríamos destacar por méritos propios las franquicias Devil May Cry, God of War y, por supuesto, el que hoy toca, Ninja Gaiden. Sin embargo, el título que sirve como colofón a la carrera de Tomonobu Itagaki en Tecmo, está lejos de marcar un punto de inflexión en el género y, como me comentó mi compañero Kristian tras nuestras primeras impresiones, «eso es que Itagaki estaba poco contento y no se ha esforzado mucho».
Y es verdad. Según mi otro partenaire en Akihabara Blues, mientras discutíamos cómo valorarlo y cuando le he dicho que era igual que la primera parte me ha comentado: «no, es peor». Dejando a un lado estas ideas, Ninja Gaiden 2 es un digno sucesor de la primera parte y de ese «Productor’s Cut» apellidado Sigma que apareció hace aproximadamente un año para PS3. Pero le faltan muchas cosas para ser un imprescindible.
Ninja Gaiden 2 sigue una línea de continuidad respecto a su primera parte, aunque afortunadamente el visitar una y otra vez el mismo escenario ha pasado a mejor vida. Su concepto sigue siendo lineal y consiste en acabar con un par de hordas de enemigos, elegir entre dos caminos (uno que te permite continuar, otro falso pero con una recompensa al final), y volver a pelear con otra horda de enemigos… y así hasta el imprescindible final boss. Antes de cada nivel una secuencia de introducción bastante floja en términos argumentales y visuales, además con una clara influencia de los Devil May Cry.
No hay puzzles con los que perder el tiempo, únicamente lugares en los que necesitamos un objeto para abrir una puerta o acceder a otro lugar del escenario. Nada más. El principal bastión de Ninja Gaiden 2 y la única excusa para disfrutarlo al máximo es su sistema de combate, las armas, la violencia extrema, la velocidad, la dificultad… Si hay algo que nadie puede echarle en cara a Itagaki es su prometido concepto de violencia (y sin censura) que deja en pañales casi todo lo visto hasta ahora: uso táctico de los desmembramientos, decapitaciones, vivisecciones… También es cierto que gráficamente tiene un toque poco realista y más cercano a un cómic de lo que la mayoría de los seguidores de Ryu Hayabusa hubiéramos deseado.
La acción sigue siendo brutal; sin trucos ni artificios. Al contrario que en los DMC o en los GoW, donde salen «vallas» de la nada para impedirnos el paso, en NG2 no hacen falta: los enemigos no te van a dejar llegar pasar hasta que no los elimines. Había mucha gente que se quejaba del nivel de dificultad de primer Ninja Gaiden… bueno, pues en esta ocasión no debéis hacer mucho caso a la caja donde aparece explícito que hay niveles de dificultad para todos los públicos. Desde el primer momento te das cuenta de que los enemigos te van a dar cera y aunque durante los tres primeros niveles la cosa no es excesivamente durilla, bueno, sí lo es pero los enemigos aunque golpean no quitan mucha vida, a partir del escenario de Nueva York vas a tener que emplearte a fondo. Aunque hayas elegido el camino del acólito en lugar de la senda del guerrero al comenzar la partida…
Para poder repartir como un verdadero ninja, Ryu vuelve a contar con un buen puñado de armas y ninpos (magia), conocidas e inéditas, para repartir justicia por el mundo. Podremos mejorarlas en la tienda de Muramasa que aparece en todos los escenarios y abriendo así nuevos y más potentes movimientos que, sin duda, nos van a hacer falta. El sistema de combos, para los que conocemos a Ita, está muy influenciado por los Dead or Alive y aunque en un principio puede parecer bastante machacabotones, realmente más vale aprender a cubrirse, contraatacar y usar el arma adecuada para cada tipo de enemigo si queremos salir victoriosos.
Técnicamente, NG2 no va sobrado. Afortunadamente, eso que debemos pedirle a un juego de acción, dinamismo, velocidad, 60 frames por segundo, ausencia de ralentizaciones, se cumple a la perfección. Pero se sacrifican muchas cosas. En primer lugar la resolución, que no llega ni a HD Ready; las texturas, propias de la primera Xbox pero con una paleta de colores mejor implementada; las escenas de introducción, realizadas con el propio engine del juego son de un nivel que no se acerca ni a los Final Fantasy de PSX y la sincronización labial (voces en inglés o japones a vuestra elección) es inexistente.
Pero lo peor es la cámara: siempre te deja vencido, nunca muestra toda la acción, no veremos a los enemigos hasta que nos estén atizando… La cámara es libre y como tal, la podemos mover a nuestro antojo y centrarla pulsando un botón; sin embargo, no funciona bien. Mientras que otros títulos como Age of Conan o el mencionado God of War usan una cámara fija que centra siempre la acción y nos permite ver la totalidad del escenario, la solución aplicada por el Team Ninja se muestra muy poco funcional y en muchos momentos, catastrófica. Si le añadimos que los escenarios son muy poco imaginativos en su diseño visual y que artísticamente es un título del montón, el resultado visual es aceptable, pero dista muchísimo de ser sobresaliente.
Y aquí llegamos a la conclusión; ¿merece la pena Ninja Gaiden 2? La respuesta es sí y no. Sí porque posee un sistema de combate dinámico y muy entretenido; sí porque tiene un nivel de dificultad exigente; sí porque merece la pena comprobar cómo serán los próximos enemigos; sí porque estás deseando apurar el conocimiento de todas las armas. Los noes vienen de un acabado técnico que no está a la altura de esta generación y de una compañía como Tecmo que siempre ha presumido de vanguardista; no por su falta de imaginación a la hora de plantear las misiones, por su linealidad y por su flojísima línea argumental; no por su falta de pretensión por mejorar otros juegos de acción, por implantar cátedra en un género que su público, los hardcore-gamers, amamos. No por muchos motivos que le impiden proclamarse el mejor beat’ em up de la actualidad, algo que muchos deseábamos en nuestro fuero interno. Así es solamente una digna continuación del primer Ninja Gaiden de Xbox, pero está a años luz de ser la referencia en los próximos años. Tal vez la marcha de Itagaki le venga bien a la franquicia en el futuro…
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