Probablemente la obra de Atlus (Metal Saga, Odin Sphere, Trauma Center) y R&D1, que llega a nuestras consolas por cortesía de Virgin Play España, sea el último gran título de rol japonés que nos llegué para la ya last-gen de Sony. No es la primera vez que lo afirmo, pero las circunstancias me han obligado a cambiar de opinión y es que no pensaba que fuera a publicarse en 2008 en nuestro país (a precio reducido, pero sin traducir).
Y os preguntaréis, ¿por qué? Y la respuesta es tan sencilla cómo que se trata de un juego muy orientado a un público japonés, adolescente y rolero. Tanto por su protagonista, un joven de 17 años que llega a un instituto donde tendrá que aprender a relacionarse con el resto de compañeros, como por su temática oscura y repleta de las filias japonesas sobre lo misterioso, la oscuridad y las realidades alternativas; y por supuesto, rolero por su sistema de combates, la evolución de los personajes y el desarrollo de las Personas.
La clave de su éxito es que dentro de ciertos convencionalismos que nos ha ofrecido el rol nipón tras el punto de inflexión que supuso FFVII, Persona 3 sabe destacar por encima de los clichés y consigue ser diferente por la combinación de habilidades-relaciones sociales, por su uso de la filosofía oriental de una forma poco habitual, por su cuidadísima estética anime con unas secuencias de corte brillantes (algunas recuerdan a El Viaje de Chihiro, palabras mayores) y por una historia que va creciendo conforme pasan las horas de juego.
La historia trata de un joven cuyo pasado permanece oculto, pero que al llegar al que será su nuevo instituto comienza a observar extraños acontecimientos y la presencia de entidades oscuras que escapan del entendimiento habitual. Tras hospedarse su primera noche en la ciudad en una extraña residencia de estudiantes, empieza a comprender que es alguien especial, con poderes místicos que le permiten «vivir» la «hora oscura» que sucede cada medianoche y que los entes oscuros utilizan para expandir una epidemia denominada Síndrome Apático. Gracias a un grupo de personas especiales denominadas SEEQ que también son capaces de ver a dichos entes y que conocen la existencia del mundo que habitan en paralelo, Tartarus, deben luchar por salvar a la humanidad.
Lo más curioso de Persona 3 es que tan importante resulta el combate contra las fuerzas de la oscuridad por la noche, como la interrelación con el resto de adolescentes durante el día. Como si de una especie de simulador social se tratara, si ayudamos a nuestros homies chivándoles una pregunta en clase o si vamos con ellos a una fiesta, mejoramos ciertos aspectos como por ejemplo el Carisma, que luego sirve para mejorar a las Personas.
¿Qué son las Personas? Pues sencillamente los entes que podemos invocar, los summoms que nos ayudarán en el combate. Y es que el título de Atlus llegó con una fuerte polémica porque las invocaciones se realizan disparándote en la cabeza y en dos sociedades tan dispares como la japonesa, con un índice de suicidios altísimo, y la estadounidense, donde las armas de fuego son tan frecuentes como las litronas en el nuestro, el llamar a nuestro alter-ego inmolándonos fue considerado casi una invitación al suicidio colectivo. Nada más lejos de la realidad, su importancia es meramente estética y quién quiera ver más allá que vaya al médico y se lo haga mirar.
El juego transcurre mitad en el instituto, mitad en Tartarus luchando contra la oscuridad. El tiempo que se pasa entre adolescentes chismosos podemos emplearlo a nuestro antojo: actividades extra escolares, deportes, clases, bibliioteca… Pero dependiendo de las tareas que realicemos, mejoraremos unos u otros aspectos de nuestras Personas, por lo que hay que aprender a multiplicarse como los panes y los peces para no quedarnos vendidos cuando llegue la Hora Oscura.
El sistema de combate es por turnos, como es habitual en el rol nipón, pero con ciertos matices: la acción se desarrolla en un mundo paralelo, Tartarus, donde iremos avanzando a través de varios niveles combatiendo contra enemigos cada vez más complicados. Podemos llevar con nosotros hasta tres personajes sobre los que no tenemos control directo (aunque podemos establecer comportamientos y pautas para que luchen casi tan bien como nos gustaría), y vamos desbloqueando objetos y nuevas Personas, que podemos combinar y mezclar para obtener nuevas habilidades. Hay que grabar a menudo porque muchas veces el resultado no es el esperado.
Para finalizar debo decir que no todo es bonito, claro. El sistema de juego es muy lento, muy repetitivo y en ocasiones, muy cansado. Hay que repetir multitud de tareas, acudir al instituto y pasar tiempo para mejorar las relaciones humanas y con ellas las Personas y el sistema, a la larga, termina siendo tedioso. Tampoco ayudan los múltiples cortes, no por las brillantes secuencias de cine, sino por los continuos diálogos y explicaciones de los otros personajes que muchas veces se extienden bastante más de lo deseado. Si es rol japonés, es cierto, es así. Pero hay veces que resulta extremadamente cansino. Si además no está en tu lengua natal, pues es un problema añadido.
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