Mirror’s Edge me producía escepticismo. Más que eso: apatía. Me dio un palo inmenso ponerme a jugar en la GC y tan sólo maljugué 5 minutos. Pero ayer, en la presentación de EA, redescubrí Mirror’s Edge. Visualmente siempre me había parecido rompedor, pero no conseguía casar una jugabilidad con los visuales. Pero es que conseguir un mínimo de flow en los saltos y acrobacias provoca una adicción, unas ganas de superarte, que alcanza su apogeo en el modo contrareloj, un modo que, combinado con los fantasmas que podremos descargarnos, puede ser de las experiencias más competitivamente gratificantes de la Next-Gen. La producción de EA primero entra por la vista; Luego te engancha por su jugabilidad. Es más, Mirror’s Edge es tan sexy para la vista como para las manos. En mi experiencia personal, Mirror’s Edge se me antojaba como ese super pibón que ves en la discoteca y que piensas que será tan guapa como tonta; Pues bien, estaba equivocado: el juego de DICE es como Sharon Stone – en sus años mozos: super sexy y con coeficiente intelectual de genio. Hay mucho más tras la iPod-fachada de Mirror’s Edge. Ya lo descubriréis en la demo, que aterrizará en breve…