Museo Arcade Vintage. Arqueología, silicio y madera.

Pasos nerviosos tras el frenesí en la carretera que voy a perderme la primera de las cuatro charlas del día, en este caso de Luis Rodríguez Soler y mi amigo me estaba esperando desde antes de la misma. .

arcade vintage

Nota: las fotos que acompañan este texto son de Roswell.

Un paraiso gamer

Completando las indicaciones del GPS había llegado al lugar, solo me quedaba una cosa por hacer: cruzar el umbral que me separaba de ese paraíso. Llevaba más de media hora de retraso y me había perdido la primera conferencia. “Lástima”, repetía mi mente una y otra vez, pero al fin estaba dentro. Había llegado al museo Arcade Vintage Ubicado en la ciudad alicantina de Ibi, el edificio me encandilo nada más entrar. Una falsa pared separaba el tesoro que ese edificio ocultaba, pero podían verse aun así algunas muestras de lo que ofrecía el lugar. Un Tetris asomaba al lado de la entrada a la cueva de las maravillas, acompañado de hermanas que no reconocía siquiera.

Nada más entrar encontré a mi derecha una pequeña vitrina con algunas piezas de arte con silicio. Todo era un espectáculo ante mis atentos ojos. No quería perderme ni un solo detalle. Y con todo este torrente de emociones arremolinándose en mí y por supuesto , habiendo pagado el irrisorio precio de la entrada, me predispuse a entrar al jardín del Eden. O quizás sería más correcto decir que viajé al pasado, un pasado nostálgico de esos que, si bien tienes mi edad, tus padres rememoran con ternura.

¡Y vaya visión! ¡Hileras de recreativas hasta donde mis ojos alcanzan! Out Run fue la primera que captó mi atención, con ese mueble restaurado, con su monitor reluciente y ese Magical Sound Shower sonando de fondo… no pude resistirme, así que me dispuse a jugarla y llegar cuan lejos pudiera. Poco después conseguí dar con mi amigo jugando al Dig Dug, de donde arranqué para jugar a dobles al primer juego de peleas que encontramos. Y quería el destino que fuera el KOF.

Un mundo de recreativas

Partida tras partida, nuestras ansias no hacían sino crecer, pues a pesar de ser absolutos negados a la mítica de SNK, el estar frente a la misma, cara a cara y hombro con hombro no hizo sino tentarnos… hasta que, tras unas cuantas partidas de toma y daca, avistamos un Street Fighter II no muy lejos de ahí, produciendo el mismo resultado.

Y tras aquello, fue un no parar de emociones. Out Run 2 y sus cuatro jugadores nos hicieron echar más tiempo del que éramos capaces de calcular. El tiempo es relativo, decía Einstein. Quizás estaba jugando a una de estas maravillas. Initial D, Ridge Racers, Virtua Tennis 3, House of Dead, Galaga, Q’Bert, Pac-Man, The Simpsons… Muchas más de las que podíamos probar en esta visita.

Seguía atento buscando joyas hasta que crucé la sala y mis instintos fueron a otro nivel. Situadas de manera sugerente, con un juego ya insertado, pantallas parpadeando en colores brillantes, incitándome a jugar, se encontraban todas las consolas desde los inicios hasta la Dreamcast, esa pobre adelantada a su era. Me dispuse a jugar a un ingenio que jamás pensé que pudiera jugar, la Vectrex, y para cuando me cansé, moví mi silla un poco a la derecha y comencé a pelearme con el plataformero que ejecutaba un Amstrad en perfectas condiciones. Fue muy curioso darme cuenta como, sin yo percibirlo, Ramón Nafría se había acercado por la izquierda y se encontraba jugando a Prince of Persia en un Apple II. El era uno de los ponentes del día, el siguiente de hecho, así que pude acompañarle a la zona de conferencias y charlar brevemente.

Un espacio para compartir

Algo similar me ocurrió con Jon Cortazar. Estaba peleando con Don Ramiro para llegar al final de la primera pantalla de Maldita Castilla cuando le vi a mi derecha machacando botones al Verminest y pude hablar un poco con él. Había venido directo desde la Madrid Games Week al pueblo solo para dar una charla. Fue estupendo escucharle decir “mejor aquí que allí, es más cercano, te sientes más a gusto”. Quizás las palabras exactas escapen de mi memoria, pero el mensaje es inequívoco.

Pocos días recuerdo yo donde el tiempo se comprimiera de mayor manera. Siete horas estuve allí y parecieron minutos. La última charla la dio un profesor loco, un hombre muy peculiar, y este es Fran Gallego. Una charla sin imágenes nos prometió, pero falto a su palabra en el último minuto para mostrar capturas de todos los juegos desarrollados por sus alumnos. Es muy bonito ver la pasión con la que los mostró, orgulloso de ver como sus pupilos eran capaces de semejante proeza en menos de nueve meses. Y con eso concluyó mi experiencia, que diría única pero mentiría.

El museo es de todos los que disfrutamos con este arte contemporáneo. Son las personas las que lo forman, donando, ayudando, formando parte de un singular ser cuya función es preservar la historia de nuestros orígenes digitales. Somos uno en este mar de bytes, pero todo tiene un inicio, una historia que contar, y los videojuegos, pese a lo moderno del medio, no son la excepción. Menos de 40 años nos separan de la mayoría de esas recreativas. 40 años que han dado lugar a una evolución imposible de imaginar por mis padres hace apenas cuatro décadas.

Un pedazo de historia viva

Y por ello, no podemos perder de vista el pasado mientras avanzamos. El Museo Arcade Vintagees un pedazo de historia viva, sus gentes son arqueólogos del silicio y el estaño. Un motor incombustible que da fuelle a lo que unos afortunados hemos podido ir. Los tiempos cambian, todo muta según una corriente imparable, una certeza a que seguimos adelante, en perpetuo movimiento. Pero mientras avanzamos, ellos se encargan de marcar la senda a donde podemos mirar para volver atrás, durante unos instantes, y disfrutar del comienzo de todo: las recreativas.

A lo largo del artículo habéis podido disfrutas algunas de las imágenes de este lugar, patrimonio videojuegil. Además, desde la página de Museo Arcade Vintage tenéis a vuestra disposición todo lo que necesitáis. Desde la compra de entradas a un calendario con todos los eventos.

Y por último, todas sus charlas se suben a un canal de Youtube propio, uno de los dos que poseen (este es el otro, Arcade Vintage), al que os animo a pasaros y disfrutar. El conocimiento y el interés que despiertan estos vídeos, tratando diversos temas por gente con mucho más conocimiento que yo, sobre desarrollo, videojuegos, y en definitiva, el sector en general, son la perla dentro de la ostra que es el museo y sus recreativas.

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