El viernes llegó, directa de Amazon, mi Nintendo Switch. Una consola que, siendo sincero, no me llamaba excesivamente la atención. La propuesta eminentemente portátil no va conmigo – no juego en móvil salvo honrosas excepciones y tengo las 3DS – New 3DS incluida – muy abandonadas. Pero Switch parece que ha llegado para cambiar esto.
El hábito no hace al monje
Para empezar, la pantalla es acojonante. Muy grande, tanto que entiendo la propuesta que se vendía en el teaser promocional, en la que se presentaba la pantalla de Switch como una opción para echar partidas multijugador. Quizá es una exageración pensar que en títulos como Mario Kart se va a poder jugar bien en Split Screen sin el apoyo de un monitor externo, pero para experiencias monojugador es perfecta.
Después están los JoyCon. Estéticamente son preciosísimos – tengo el modelo Neon y, joder, me alegro de no haber escogido el gris. A nivel de sensaciones, eso sí, muy justitos. Los veo como el peaje a pagar por jugar en modo portátil. Aparte, durante el anclaje y desanclaje de los JoyCon me da la sensación que un día u otro me los voy a acabar cargando y que no se van a ajustar bien. Una sensación similar a la que me produce el colocar la consola en su dock casi a ciegas: o la pantalla o la conexión de la consola van a pagar el precio de la operación con alguna marca en poco tiempo.
El Pro Controller, el carísimo mando traidicional que se vende por separado, le da muchísimas vueltas en cuanto a sensaciones, tacto y ergonomía. Pero claro, no es justo compararlos bajo el mismo criterio, empezando por el hecho de que el Pro Controller únicamente se puede usar en modo dock, es decir, conectando la Switch a un televisor.
En lo que no me han convencido ninguno de los dos sistemas de control es en el diseño de algunos de los botones, especialmente el de SHARE o los que activan los menús ingame. Demasiado pequeños, con poco recorrido y excesivamente blandos. Tanto, que hasta me sorprende que se hayan metido tras las diferentes fases de validación del producto.
De momento, poca chicha
En cuanto a juegos, mi toma de contacto con la plataforma ha sido a través de algunos títulos de Neo Geo y, principalmente, Zelda Breath of the Wild. El juego protagonizado por Link, estandarte de Switch, es una maravilla. En la, IMO, consola portátil de Nintendo – el dock para convertirla en híbrida parece poco más que un adaptador que, al subir la resolución de pantalla, provoca bajones de frames por segundo – uno se encuentra con el juego de Zelda más espectacular a nivel visual nunca visto, con el añadido que se puede jugar de forma portátil.
Reconozco que, a título personal, me ha costado unas horas cogerle el punto a Breath of the Wild, pero en cuanto lo he hecho me he vuelto a enamorar de un Zelda, de un gran Zelda, aunque he pasado un buen rato desmotivado por un arranque falto de revoluciones. Pero al superar la primera gran prueba del juego y este comenzar a mostrar el potencial de su mundo abierto, da la sensación de estar ante algo único, épico, generándome sensaciones similares a la primera partida a Ocarina of Time o Mario 64. Palabras mayores para un juego que también está disponible para Wii U, convirtiéndose, muy posiblemente, en el último y gran lanzamiento para la consola de Nintendo.
Todo el futuro por delante
Tengo ganas de ir probando juegos nuevos que me demuestren qué potencial tiene Nintendo Switch. Zelda Breath of the wild es insuperable como primera experiencia – al menos en modo portátil. Pero la realidad es que, de momento, el juego de Link es lo único realmente interesante, con el agravante, en la cuestión de comprar o no la consola para jugar a este juego en su mejor versión, de que la de Wii U parece no estar lejos a nivel técnico de la versión portátil e incluso mejora, parece, el irregular framrate de Switch conectada por dock.
En cuanto al resto de posibilidades de Switch me gustaría destacar que, aunque existe la opción de hacer capturas ingame con un botón habilitado en el mando para tal uso, de momento la consola de Nintendo es, aparentemente, incapaz de conectarse a redes sociales para escupir dichas capturas. permite publicar las capturas de una en una en las redes sociales (¡Gracias David Vacas y Sendoh!. Con todo lo relacionado con el online en el aire, habrá qué ver cómo se las ingenia la Gran N para convencer con un servicio de pago en una vertiente en la que no hace tanto ni estaba interesada.
Veredicto inicial
¿Merece la pena saltar entonces a Nintendo Switch? Como casi siempre, no hay una respuesta clara ni única. Nintendo Switch es, hoy por hoy, terriblemente cara para lo que ofrece. No es la sobremesa que quería imaginarme, al menos de momento, pero como portátil no he visto nunca nada igual. Poder jugar a títulos como Zelda Breath of the wild en cualquier lugar, respetando los dictatoriales límites marcados por su batería, es un lujazo incluso para los que no somos de portátiles. Otra cosa es que uno quiera pagar más de 300€ por una consola portátil que no va del todo fina en su modo dock, a tenor del rendimiento de su primer benchmark, ni parece capaz de dejar atrás técnicmanete en su experiencia de sobremesa de Wii U, al menos de momento.