Ya no recuerdo el día en que abandoné aquel planeta donde mi nave se averió. El motor de propulsión falló y tardé semanas en poder arreglarlo. Era un planeta frío, pero al menos a los centinelas no pareció importarle que cogiera lo que necesitaba para poder reparar mi nave y proseguir con el viaje.
Día 22-8-1-6 del viaje
Proseguir el viaje… ¿a dónde? Ya no importa el motivo por el que dejé atrás mi hogar. Era importante, pero ahora parece haberlo dejado de ser. Vago sin rumbo, salto de planeta en planeta, de sistema en sistema, cogiendo aquello que necesito y aquello que pueda vender. He pasado días extrayendo un valioso mineral en el lejano planeta de Graviton. No tenía claro el motivo, pero la codicia me cegó, arrasé con todos los centinelas a mi paso y huí. Hice mi fortuna en la estación espacial más cercana y cambié mi vieja nave por otra más acordé para la tarea.
La tarea… ¿qué tarea? Algo me impulsa a seguir moviéndome, a descubrir los secretos de los planetas sobre los que poso mis pies. En ocasiones me detengo en alguno y pienso que sería un buen lugar para vivir. Sonrío, capturo su belleza en mis recuerdos y me marcho diciéndome que volveré, pero sabiendo que no lo haré. El universo es demasiado grande y solo tengo una vida para abordarlo. A pesar de la inmensidad del basto universo y sus mundos, y de tropezarme con paraísos terrenales, algo me empuja a dejar de explorar el espacio, algo me empuja hacia el centro del universo, algo quiere que continúe con mi búsqueda.
Mi búsqueda… ¿Qué busco en realidad? Aquello que me empuja hacia el centro del universo me hace cuestionarme si es mi propia decisión o responde a un plan mayor. Me hace plantearme si soy tan insignificante como para que mi vida responda a los designios de no sé qué cosa o ser que me guía en mi camino, reduciendo mi libre albedrío a mirar a izquierda o derecha antes de elegir la dirección en la que continuar, pero la elección ya está tomada y no parece ser mia. El centro de gravedad de mi búsqueda y el universo es tan grande, que parece no importar cuanto yo quiera perderme y abandonar el camino que se abre ante mí. No es una elección, es una obligación.
Mientras mi destino se acerca prosigo con la tarea de explorar el espacio, mi búsqueda no es sólo mía. Tal vez no sea la primera inteligencia que pisa esta tierra sobre la que escribo estas líneas, pero si es el primer corazón que se sobrecoge ante su belleza. Tal vez el viaje, sea el destino y más allá de eso nada importe.