Durante la GamesCom’09 asistí a la presentación de Uncharted 2, en la que uno de los productores del juego condujo un accidentado – por las veces en las que murió Drake – walkthrough para presentar una pantalla muy plataformera. En este nivel, a diferencia de lo visto hasta el momento, no se disparó ni una bala. Se trataba de un escenario nevado que transcurría en una especie de ruinas al más puro estilo Tomb Raider. Cada salto debía de ser apurado al máximo y por ello vimos a Drake morder el polvo unas cuantas veces durante la presentación. A mi personalmente este tipo de plataformeo extremo me parece de las cosas más desquiciantes que se pueden hacer con un mando en las manos y es lo último que me hubiera gustado ver en uno de los juegos a los que más ganas tenía de jugar, como es Uncharted 2, un título que había supuesto (ya veo que erróneamente) que iba a ser todo el rato así. Está claro que un poco de saltos y acrobacias nunca queda mal, pero cuando la cosa se centra en apurar cada brinco, la cosa cambia.