Ha llegado el turno de la reflexión sobre una conferencia, la de Microsoft, que me ha dejado con un sabor agridulce, una sensación de indiferencia que me sorprende quizás por las ganas que tenía de que los de Redmond cambiasen el rumbo.
Pocas expectativas
Los que me conocen sabían que, sin saber muy bien por qué, no tenía muchas esperanzas puestas en el papel de Microsoft en este E3 2017. No obstante, a medida que se acercaba el día, un soplo de ilusión fue brotando dentro de mí, y llegué a pensar que quizás sí, este año la cita nos depararía el punto de inflexión que mi Xbox One pedía a gritos. La conferencia, de hecho, comenzaba en esta línea. Todos queríamos conocer las características y el nombre de la nueva máquina, bautizada oficialmente como Xbox One X. Aspecto, números, fecha de lanzamiento y al lío. “Let’s see what this monster can do”, concluía un Kareem Choudhry para dar paso a la auténtica raison d’être de toda máquina: los juegos.
Un timing perfecto que nos alivió a todos aquellos que temíamos una soporífera presentación en la que detallarían cómo son las tripas de Xbox One X hasta la saciedad. Y el relevo lo cogían el principal responsable de la marca Forza Motorsport, Dan Greenawalt, con una puesta en escena espectacular en la que fardaron de acuerdos mostrando en exclusiva mundial el nuevo 911 GT2 RS, todo un regalo para los amantes del automovilismo. Además, el juego como tal cumplía a la hora de mostrar el músculo de la consola. Y todo iba siguiendo su curso, con la llama de la ilusión creciendo dentro de mí cuando Spencer dejó claro que iban a mostrar 42 juegos, 22 de ellos exclusivos. Además, para más inri, el siguiente en salir a la palestra no era otro que un flamante Metro Exodus, que dejó con la boca abierta a un servidor.
https://www.youtube.com/watch?v=QEuEOugOXcc
La maldita letra pequeña
Ahora bien, a toro pasado puedo dejar por escrito que esa gran cantidad de juegos y exclusivos tenía trampa… no porque no cumplieran, sino porque al cumplir convirtieron la conferencia en un festival de tráilers nada claro, sin un hilo conductor y con una confusa manera de recalcar si un juego era exclusivo, cross-play, también de Windows 10 o una exclusiva temporal… Eso sí, se mostraron muchos y muy buenos juegos.
Me dejó con ganas de más el bestial Dragon Ball Fighter Z, me encantó Super Lucky’s Tale, por fin nos dijeron la fecha de salida de Cuphead y me intrigó como pocos el magnífico (al menos en apariencia) Ashen. Ahora bien, ¿eran necesarios vídeos como el de Tacoma o The Artful Escape, con los que es imposible entender qué demonios estabas viendo? No digo que sean malos o buenos juegos, digo que no tengo ni idea porque no me dijeron nada.
Ilusionante sí que fue ‘Sea of Thieves’, juego que cada vez pinta mejor, aunque fue una carta que ya conocíamos todos. Palabras mayores se merece mi ya querido Ori and the Will of the Wisps, secuela de la maravilla que fue Ori and the Blind Forest y presentado en el momento de las conferencias en las que se presupone que llega lo gordo, donde se merece. La música en directo fue la guinda del anuncio que, posiblemente, más me gustó. Y no me puedo olvidar de Anthem, cuyo mundo a explorar lucía a un nivel tal que me hizo ponerme en pie y acercarme a la TV para disfrutarlo más.
¿Dónde está la Diferencia Xbox?
Eso sí, y aquí está el quid de la cuestión: no es una IP propia. ¿Quién decidió cerrar toda una conferencia con un juego que también va a disfrutar la competencia? ¿Es realmente el modo de decir a los usuarios del mundo: este es mi maquinón (todos de acuerdo) y por esto te la tienes que comprar? Creo sinceramente que no. Y por cierto, opino con total sinceridad que la conferencia del E3 no es el lugar para hablar de Minecraft, porque no creo que el target al que va dirigido estuviese tan pendiente de la conferencia, porque tiene su propio foro y porque el hecho de que sigan vendiendo lo mismo cada año empieza a oler… Igual soy yo, que me hago viejo.
No fue una mala conferencia. Xbox One X es un monstruo a un precio muy ajustado que nada tiene que ver con la jugada de PS4 Pro, por mucho que algunos se empeñen en decirlo. Es toda una pieza de ingeniería que realmente aporta un valor añadido, dirigido a un público concreto, pero a un precio bastante competitivo que tentará a más de uno. Asimismo, mostraron juegos, muchos y variados sí, y sin acudir a los nombres de siempre, también; pero no mostraron nada que te hiciese desear tener una Xbox One, y eso es lo que necesitas para recuperar el trozo de pastel que con tanto esfuerzo habías conquistado con Xbox 360. Sobra decir que la retrocompatibilidad con Xbox me pareció una noticia fantástica y más que bienvenida, pero no puede ser tu mayor arma.
Era el escenario idóneo para hacerlo, pero Microsoft, al menos en mi opinión, no cumplió a la hora de devolverme la ilusión como poseedor de Xbox One. La llama se fue apagando y salvo alguna excepción, me parece que seguirá así en los próximos meses. Por cierto, ¿soy el único al que la presentación de Crackdown 3 (otra vieja bala) le pareció ridícula?