El 24 de mayo verá la luz Overwatch, el prometedor nuevo juego de Blizzard. El lanzamiento de este título no solo es importante por venir de una compañía como Blizzard sino por ser su primera IP nueva en más de quince años y su primer shooter.
Todos conocemos a la compañía que ha tenido a medio mundo enganchado a su World of Warcraft. Sabemos la increíble capacidad de adaptación, atención hacia su comunidad y su buena mano a la hora de hacerse un hueco en terrenos en plena expansión. Ahora han puesto el ojo en el terreno de los eSport y los juegos cercanos al concepto de MOBA y se han lanzado a la piscina con todo el equipo.
Overwatch ya tuvo beta en PC, plataforma en la que la compañía se siente más cómoda, pero su nuevo juego verá también la luz en consolas de sobremesa y hemos podido probar el juego en PS4. Antes de continuar debemos hacer saber que Overwatch tendrá beta abierta en consolas el día 5 de mayo hasta el 9, todos aquellos que reserven el juego con anterioridad podrán disfrutar de la beta desde el día 3. Preparen sus mandos.
El concepto básico de Overwatch ya lo conocemos. Combates de seis contra seis en diferentes escenarios de una Tierra futura. La versión de consola no difiere en nada de la versión que hemos visto ya en nuestros ordenadores. Sin embargo, es cierto que las sensaciones tras haberlo podido jugar en una PS4 son muy diferentes.
La capacidad de adaptación y de apropiación de gustos y estéticas ajenas por parte de Blizzard es más que conocida. Podríamos hablar de la compañía como un gran camaleón dentro de la industria y vuelven a demostrar que sus juegos están hechos para ser jugados. Están hechos para ser jugados de la misma manera que World of Warcraft podía ser ejecutado (hasta su actualización gráfica) por prácticamente cualquier PC. Blizzard no quiere que nadie se quede sin jugar sus títulos y pone todo su empeño en lograrlo tanto por capacidades técnicas como por la propia capacidad de los jugadores a la hora de adaptarse a sus títulos.
Jugar un shooter en PC y jugarlo en consola es muy diferente. La eterna guerra de consolas y master race se acrecienta con determinados títulos a pesar de la popularidad de estos juegos en las consolas. Sin embargo, Blizzard ha encontrado la manera de crear un producto a lo shooter que encaja a la perfección en nuestras consolas de sobremesa. Es más, me atrevería a decir que en determinados momentos el control parece haber sido pensado pensando más en el público de consolas que en el de PC. Determinadas habilidades o posibilidades de movimiento me resultaron mejor implementadas en un mando de PS4 que en un teclado y un ratón e incluso diría (oh, hereje de mi) que la disposición de botones de un mando facilita la utilización de las habilidades durante el gameplay de Overwatch.
La propia concepción cercana al MOBA del título aleja Overwatch del concepto shooter entendido como los enfrentamientos en un CoD o Halo. Esperemos también que este mismo espíritu unido al divino concepto Blizzard mantenga a raya a determinados colectivos dentro de la comunidad Sony (o cualquiera) y se mantenga un estilo de juego limpio y liviano. Sí, me refiero a los niños rata, todo hay que decirlo. Overwatch presenta de entrada un concepto de juego más blanco, naif podríamos decir, basado en la pura diversión y espectáculo pero sin dejar de esconder detrás de un Mecha de color rosa que es un juego competitivo. No hablo de dejar de lado el concepto core del propio juego, derrotar a tu enemigo y ganar sino de alejarse de comunidades tóxicas de adolescentes chillones que no duda en mofarse de todo aquél que perece ante él. Esperemos que la comunidad de jugadores de la que siempre ha hecho gala Blizzard se mantenga en su salto a consolas y consiga crear un pequeño oasis de tranquilidad a la hora de disparar en nuestras consolas.