Por ejemplo, para tocar el piano. En vez de llegar a la sala de conciertos y ponernos a afinar el instrumento o torturar a los vecinos con la escala mayor, lo mejor es coger un iPad y practicar un poquito. Además es una opción mucho más barata para los que quieran aprender a edades tardías y total, ya que al igual que el órgano casio-comunionero iba a terminar cogiendo polvo… Eso sí, la cara con la que mira la orquesta al colega que se marca el solo no tiene desperdicio…