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PlayStation 3 te cambiará la vida

Hace un par de días leí un interesante artículo de opinión de Koiji Azawa (Famitsu) en Edge UK – no la pseudo-traducida-con-dos-meses-de-retraso versión española – concluye con una reflexión que creo yo podría llevarse un poco más allá, sobre todo porque se puede extrapolar fácilmente en el marco del consumismo. La citada reflexión está enmarcada en las buenas vibraciones que a Azawa-san le proporcionó el jugar a la PS3 en una televisión de Alta Definición durante el pasado Tokyo Game Show, experiencia que parece que le hizo acabar de convencerse sobre la nueva máquina de Sony.

Lo que el bueno de Koiji vino a decir al final de su columna, fue, más o menos, que para que los japoneses – y el resto de jugadores del planeta, claro – pudieran disfrutar realmente del potencial de PS3, una vez se hubieran decidido a comprarla, sería vital la adquisición de una televisión capaz de mostrar el verdadero potencial gráfico de la consola de Sony. Pero que debido al reducido tamaño de los pisos de los japoneses, éstos se verían «obligados» a cambiar de residencia para poder tener el suficiente espacio disponible para colocar dicha televisión.

Aunque supongo que se trataría de una coletilla humorística, me hizo reflexionar sobre la verdad que se leía entre líneas. Incluso antes de entrar a valorar el coste de una televisión HD como las que necesita PS3 para lucir en todo su esplendor, hay que tener en cuenta que la misma consola ya costará sus buenos euros – o yenes, si seguimos en el contexto japonés. A eso habrá que sumarle el precio de la pantalla, calculo que el doble – aproximadamente – que el de la misma máquina. Eso suma un buen capital, sin tener en cuenta el precio de los juegos, necesarios para disfrutar de la nueva consola. Y si no estamos hablando de gente boyante económicamente sino de gente que espera como agua de mayo la nómina a final de cada mes, la ecuación no cuadra por ningún lado.

No sé cómo serán los pisos en Japón, aunque parece que están tan lejos de los de ciudades como Barcelona, donde, por cierto, los pisos de protección oficial son el único clavo ardiendo al que nos podemos agarrar los que no somos millonarios para acceder a una vivienda de propiedad. El problema podría estar en el poco uso que hacen de su hogar los nipones, lo que les llevaría a no preocuparse demasiado de hacerse con una casa grande, los que se la pudieran costear. También hay que tener en cuenta que la televisión plana no tiene porqué ocupar demasiado espacio, por lo menos si se cuelga en la pared, pero no todos se fían de hacerlo y las bases de estas pantallas son bastante aparatosas.

Relacionado con ésto, ayer leí en la entrevista de contraportada de La Vanguardia a un editor de un diario japonés que declaraba, como si fuera lo más normal del mundo, que muchos de sus trabajadores duermen en el trabajo, o incluso en sus coches, buscando la noticia. Pero no como algo puntual, sino como norma. Por lo menos tenía claro que eso no era muy sano, dado que remarcaba el alto número de divorcios que se daban en el entorno del periódico. Y eso que todavía no tenían la PS3. Estos periodistas, visto que no paran por casa, en vez de pisos, se tendrán que comprar monovolumenes con HD displays en el maletero. Los que mejor lo tendrán, al final, serán los que pernocten en sus puestos de trabajo, porque podrán organizar una colecta para financiar entre todos la pantalla, la PS3 y los juegos.

Pero volvamos a los pisos. Si llegan a la conclusión que en sus hogares no cabe la televisón en ningún lado, y la opción de colgarla del techo encima de la cama no os llama la atención, muy convencidos tienen que estar los nipones parahacerse con una máquina+HD TV que no les vaya a caber en sus viviendas. Porque si se tienen que comprar una PS3 + una tele de alta definición + otro piso, una vez descartada la fórmula mágica de juntar todas las deudas en un solo préstamo a 50 años por prescripción médica, seguramente también tendrán que cambiar de empleo por otro en el que ganen más dinero, ya sea trabajando más horas o escalando posiciones en la empresa – nada de cambiar de empresa, algo impensable dada la lealtad que la mayoría de trabajadores japoneses tienen con sus compañías. En cualquier caso, eso de escalar posiciones siempre es lento, y la PS3 está a la vuelta de la esquina… Con lo que nos quedan las horas extra, presuponiendo que no sean consultores y realmente se las paguen.

Si trabajan más horas, tendrán menos tiempo para sus familias y sus amigos, tiempo al que tendrán que restar las horas de juego para amortizar sus nuevas máquinas. Teniendo en cuenta la fama de lo estresados que van los japoneses en su tiempo libre – por eso dicen que hacen tantas fotos, debido a que intentan amortizar al máximo sus escasos días de vacaciones para luego, una vez han vuelto a su hogar, contemplar detenidamente las instantáneas que han ido tomando – ésto puede resultar una auténtica tragedia familiar, con miles de familias rotas y un incremento espectacular de la tasa de divorcios.

Al final resultará que las razones que han llevado a Sony a planificar un lanzamiento con tan escaso número de unidades en el territorio japonés ha sido debido a sus escrúpulos con respecto a que millones de japoneses se divorcien o a que se arruinen dilapidando todo el presupuesto familiar en ocio electrónico por culpa de PlayStation 3. Bendita sea.

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