Dicen que los tiempos pasados siempre fueran mejores; La mayoría de los «creativos» de videojuegos, música y cine deben pensar así porque gran parte de los productos catalogados como novedades no son más que revisiones de clásicos, o al menos de obras relativamente exitosas. En el terreno de los videojuegos hay unos cuantos ejemplos reconocidos, y otros que son plagios disfrazados de remake. En el primer término encontramos juegos como Resident Evil para GameCube, y en el segundo, la lista es tan larga que mejor la obviamos. A pesar de que los remakes son apuestas seguras, corren el riesgo de no ser capaces de encapsular con una actualización técnica los atractivos con los que alcanzaron el éxito en su momento.
Eso no impide que cada vez que alguien insinúa que el remake de Final Fantasy VII está en camino me emocione recordando las incontables horas que invertí en quizá el juego más rompedor de PSX. Sinceramente creía que en mi sucia mente de jugador no podría caber más hype; qué equivocado estaba. Eiji Aounuma, vil usurpador de la dirección de los últimos Zelda, ha asegurado que le encantaría hacer un remake 3D de Zelda: A Link to the Past, uno de mis juegos favoritos de todos los tiempos. A todo lo que ha atinado mi cabeza antes de colapsarse ha sido a suplicar esperar que se respete el original al máximo pero que no se haga en cell shadding, que se añadan extras y se incluya – por favor Señor – a Epona. No puedo decir nada más. A contener el aire toca.