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Race Pro – Análisis Xbox 360

¿Qué necesita un buen simulador de carreras para triunfar? En primer lugar podríamos hablar de un sistema de control que permitiera trasladar a un mando una experiencia lo más cercana posible a la conducción de competición real. En segundo lugar deberíamos buscar la excelencia gráfica que estimule la vista y nos haga pensar, “sí, parece de verdad”. Y por último, un fuerte carácter competitivo que nos obligue a dar lo máximo de nuestras capacidades, independientemente de si corremos contra una máquina o frente a otras personas. Race Pro sólo cumple uno de esos requisitos…

Los padres de Race Pro, el prometido simulador exclusivo de 360, son los creadores de videojuegos de carreras que han llegado a ser DE CULTO en plataformas Windows: por su capacidad de acercarnos a la simulación en estado puro más allá de, incluso, sus valores de entretenimiento masivo. Juegos realizados por y para los amantes de la competición automovilística. Sin embargo en su primera aproximación a las consolas (están desarrollando un título no anunciado para PS3) han intentado acercarse a un público más masivo que no siempre busca el realismo hasta la exasperación. Han creado un juego que intentaba satisfacer a todos, a los amantes de los GTR pero también a los fans de GRID. El resultado, principios traicionados y un videojuego que se queda: a, lejos de ser el simulador deseado; b, lejos de ser un arcade competitivo; y c, lejos de ser divertido.

No cabe duda que hay algo que Race Pro hace muy bien y es la simulación de la conducción. Un sistema de control que responde a la perfección al mando de Xbox 360, una física tremendamente realista, vehículos que se dañan y dejan de responder de una forma muy similar a la realidad, licencia para 350 vehículos de 48 marcas distintas y posibilidad de retocar todos y cada uno de los parámetros y reglajes con los que salimos a competir. Los no aficionados a la mecánica no tienen por qué preocuparse, si no decimos nada el sistema se encarga de elegir la configuración óptima.

Sin embargo algo empieza a oler mal cuando comienzas a competir. El juego, os lo digo con toda sinceridad, es fácil. Demasiado fácil progresar desde las primeras partidas. Incluso en el nivel de dificultad difícil. Los vehículos pilotados por la consola no oponen ninguna resistencia y cuando digo ninguna es ninguna. Se limitan a progresar en sus tiempos marcados sin abandonar la línea, imaginaria o no, de la trazada y sin hacernos ni puñetero caso. Si nos cierran el camino es porque estaban ahí, hemos sido nosotros los que nos hemos abalanzado sobre ellos. Y si en algún extraño momento parece que reaccionan es porque tú estás sobre la trazada casi a la par que ellos. Y con esa IA es realmente difícil encontrar cualquier atisbo de competitividad, más aún cuando sus tiempos no son, ni por asomo, de récord.

Los otros dos grandes lastres con los que carga Race Pro son su discretud a nivel gráfico y la ausencia de un modo carrera que nos incentive a jugar. A nivel gráfico la obra de SimBin es muy mejorable, con escenarios completamente vacíos, una sincronización vertical irregular, un modelado de los vehículos que no es de primera línea y una sensación de velocidad que lejana a la simulación. Algo similar ocurre con la música, prácticamente limitada al rugir de los motores y a una voz que nos felicita cuando terminamos las carreras.

Y en cuanto al modo carrera, al igual que la presentación austera de todo el juego (menús, hud, introducción a las carreras), es totalmente plano y lineal, en el que como mucho se nos ofrece la posibilidad de elegir un contrato u otro y ganar vehículos cuando completemos cierto número de carreras dentro de ese contrato. Nada más. Si contamos que únicamente hay 13 circuitos, calcados en la trazada a sus homónimos reales pero sólo trece, y la escasa dificultad que oponen los rivales, cualquiera que esté un poco habituado a los juegos de conducción encontrará que Race Pro es más que nada una carrera contra el cronómetro, contra nuestros mejores tiempos; una carrera para autosuperarnos. Y a veces es divertido, porque como hemos comentado al inicio de la review, el control de los vehículos y el realismo en la conducción rozan la perfección. Pero es que el resto de los elementos que componen el juego están varios puntos por debajo.

¿Qué pasa cuando el modo carrera de un juego no funciona? Pues que debemos refugiarnos en la competición en línea o en el modo hotseat, que sustituye la clásica carrera a pantalla partida, en el que debemos turnarnos el mando con la persona que tenemos al lado… Doce jugadores simultáneos en Live o en red local, suficientes parámetros para modificar para el que hospeda la partida (clima, vehículo, ayudas a la conducción…) y poco más. No podemos correr en campeonatos, que quede claro. Además el juego tiene cierta querencia a no meterte en salas de espera, sino que te introduce rápidamente en las carreras, sin fijarse si ésta a esta a punto de terminar.

En resumen, Race Pro es un intento de acercar la simulación de las carreras de la WTCC a las consolas y a todo tipo de jugadores y que, a pesar de sus aciertos en la física de los vehículos, la sensación de control y en las opciones de modificación mecánica de los vehículos, no está a la altura ni de lo esperado ni de lo deseado debido a que el resto de elementos del juego pasan a duras penas del aprobado. Otra vez será. Si te gusta poner un juego y sentir que estás conduciendo un coche de competición y eres capaz de abstraerte del resto de elementos, no lo dudes. En consolas no vas a encontrar una simulación igual. El resto de humanos, por favor, tómense una dormidina y esperen con paciencia la próxima parada de la simulación en consolas… el viaje puede ser largo.

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