Ya no es cuestión de pocas horas o de que los juegos están caros. Sencillamente, el mercado está colapsado por la oferta. Hoy en día estamos presenciando lanzamientos indies y Triples A de forma tan contínua que es sencillamente imposible jugar incluso a lo más gordo.
Un mercado en ebullición
Quizá sea algo ventajista sacar este tema a la víspera del lanzamiento de Nintendo Switch, esa evolución de la Wii U con la que la Gran N quiere intentar enmendar la relación con la comunidad de jugadores, o al menos con esa parte que siempre ha mirado con buen ojos las licencias que han salido de la factoría de Miyamoto y compañía. Con eso contarán, porque al resto de la comunidad de jugadores lo tienen complicado. Quizá el concepto de «consola híbrida» sea revolucionario, pero contar con que las Third Parties van a arropar con los ojos cerrados a la nueva máquina de la compañía de Kyoto es vivir en otra dimensión.
La propia Valve con su gallina de los huevos de oro Steam parece estar tomando conciencia de la saturación que estamos viviendo. Sí, la explosión indie es maravillosa, pero la metralla de dicha explosión puede acabar fácilmente con grandes proyectos que no consiguen la visibilidad suficiente como para llegar a la comunidad de jugadores. Cerrar el grifo a Greenlight quizá no sea una solución muy popular, pero quizá ese sea el camino, al menos a estas alturas de la película.
Una parrilla de lanzamientos inabarcable
Horizon, Zelda, Resident Evil 7, Nioh, Nier, Mass Effect, Gravity Rush 2, Persona 5… No, no es una lista de los juegos que van a salir en los próximos 12 meses, sino de algunos de los lanzamientos más importantes del primer cuatrimestre de este 2017, con tres de ellos ya a la venta. El mercado está roto, vender para cubrir costes, es cada vez más complicado.
Uno de los efectos de este ritmo desatado es un canibalismo de ventas en el que la principal consecuencia visible parece ser una una bajada de precios con la que se intenta atraer a los que no solamente se dejan cegar por las últimas novedades. Es el reclamo que juegos como Titanfall 2 o The Last Guardian, grandísimos lanzamientos, han utilizado para intentar captar ventas. O qué decir de PES 2017, que compré hace pocos días a menos de 20€ en la Store de PS4. Parecen bonos sin depósito más que ofertas. Saldos.
¿Esto es bueno para los jugadores?
Quizá haya quien crea que esta situación favorece a la comunidad. Más juegos y disponibles a un menor precio tiene que ser algo bueno. Disiento. Esta coyuntura me parece una burbuja en la que los juegos pueden acabar asumiendo un papel de usar y tirar en el que hasta se considere una virtud que sean experiencias ligeras. Y ojo, no me refiero a la duración de los juegos, sino a su impronta, a su méritos para calar hondo. ¿Para qué intentar crear títulos que merezcan la pena rejugar una y otra vez si el consumidor estará contando los minutos que quedan para llegar al End Game y así poder pasar al siguiente de la lista?