Por segunda vez en lo que va de año, Sonic, nuestro erizo favorito vuelve con la intención de poner a la saga en el lugar del que un día bajó. Lamentablemente, lo visto en Sonic Forces le obligará a correr más que nunca si pretende lograrlo.
Los tiempos cambian
2017 ha sido un año especial para los amantes de los juegos de plataformas. No solo hemos recibido muchos y de gran calidad, sino que, además, Sonic Mania nos hizo viajar a la década de los 90 para deleitarnos con un homenaje a la época dorada de la saga, esa en la que Sonic desafiaba a Mario año tras año. La sorpresa llegó cuando Sega reveló la existencia de Sonic Forces, una nueva entrega más fiel al «estilo actual» cuyo aspecto no terminó de convencer a casi nadie.
Aunque los veredictos suelen dejarse para el final, en esta ocasión he decidido empezar la casa por el tejado ante la más triste de las evidencias: Sonic Forces no es un buen juego. A estas alturas, es probable que el resultado no sorprenda a demasiada gente, y es que la popular franquicia de Sega lleva muchos años buscándose a sí misma, dejando a su paso más sombras que luces.
Forjando un nuevo héroe
Como no podía ser de otra forma, el malvado Eggman vuelve a hacer de las suyas y tiene un plan para hacerse con el control del mundo. No está solo, y es que parece haber encontrado un enigmático aliado: Infinite, una criatura con cara de pocos amigos y aspecto similar al de nuestro erizo. Por su parte, Sonic también ha decidido buscar un compañero de aventuras con el que emprender la búsqueda del paradero de su archirrival. Se trata del coprotagonista al que encarnamos y podemos crearlo desde cero.
El editor de personajes cumple y nos permite dar forma a muchos personajes diferentes. Como podéis ver en la imagen de arriba, yo he optado por el modelo «pájaro» y el blanco como color principal. Conforme progresamos en el juego, vamos desbloqueando diversos objetos de personalización que nos permiten apuntalar a nuestro héroe gracias al catálogo de cascos, zapatos, trajes… De hecho, obtener acceso a todos estos elementos es el gran aliciente que encontramos a la hora de volver a jugar misiones ya completadas para tratar de superar la máxima puntuación.
Eso sí, a excepción de la raza, el resto de elementos son meros «skins» que apenas impactan en el aspecto visual de nuestro personaje, haciendo que lo que podría haber sido una novedad interesante (desarrollar habilidades o disfrutar de diversos efectos en función de las piezas equipadas, por ejemplo) quede en agua de borrajas. Se agradecen las opciones disponibles, pero no es algo que ofrezca variantes a la hora de ponernos a los mandos del juego.
La unión no hizo la fuerza
Demasiado vídeo
En esta ocasión, Sega apuesta por combinar las dos y las tres dimensiones, ofreciéndonos tanto fases completas en ambas modalidades, como secciones que cambian de perspectiva en plena partida. La idea no termina de cuajar, y es que las fases clásicas se ven lastradas por un sistema de control que no está exento de problemas. Por su parte, las secciones tridimensionales son demasiado simples y cortas, con una curva de dificultad brilla por su ausencia.
A mi juicio, algo que no sienta nada bien al juego es la cantidad de escenas de vídeo que nos arrebatan el control durante la partida, alternándose con ciertas acciones scriptadas que no encajan demasiado bien con el estilo habitual por el que todos conocemos a Sonic. Sega pretende que nos metamos en la piel del héroe al que damos forma, pero la historia no resulta lo suficientemente atractiva como para que nos dejemos atrapar, provocando demasiados cortes de ritmo en favor del argumento.
Sorprendentemente, las fases que podríamos atribuir al estilo más actual de la franquicia funcionan mucho mejor que aquellas que buscan conquistar a los más nostálgicos gracias a centrarse en las dos dimensiones. Si nos centramos en estas últimas, la imprecisión que sufre el sistema de control es capaz de llevarnos a la desesperación: inercia, físicas… las sensaciones a los mandos no invitan a disfrutar del recorrido que el juego nos propone a través de un buen puñado —aunque muy cortas— de fases.
En lo que respecta a los niveles tridimensionales, la velocidad vuelve a ser protagonista y muchas de ellas pueden completarse en cuestión de segundos. Es aquí donde encontramos algún que otro QTE, varias escenas de vídeo y un diseño de niveles de lo más insípido y previsible. Aunque esté feo decirlo, considero que lo mejor que le ha podido pasar a este tipo de fases… es que muchas de ellas apenas duran un suspiro.
En definitiva
Resulta evidente que no estamos ante una buena entrega de la saga… Pero tampoco ante un buen juego. Sega hizo las cosas bien a la hora de traer de vuelta la fórmula original gracias a Sonic Mania, uno de los plataformas del año, pero, en esta ocasión, el trabajo realizado con Sonic Forces es insuficiente, así de claro.
Sonic lleva muchos años tratando de acertar y volver por sus fueros, pero no termina de dar con la tecla. Si Sega le permite seguir intentándolo es porque sus seguidores así lo demandan, pero, ¿no sería mejor tratar de reflexionar y buscar la forma de dar una vuelta de tuerca a la franquicia? El «más de lo mismo» en alusión a lo malo vuelve a protagonizar un título prescindible, impropio de la historia de Sonic. [50]
Otro juego fallido de Sonic y ya van. Mecánicas y jugabilidad mal llevados que rompen el ritmo cada dos por tres. Ni encontrarte con los enemigos finales evita que sea un juego tremendamente soso y aburrido según pasan los minutos.
No es que no se hayan dado cuenta que la fórmula del primer Sonic no da para hacer buenos nuevos juegos, es que con títulos mediocres mantienen la IP durante 25 años como la séptima u octava saga de videojuegos que más ha vendido.
Tendrían que dar un giro a la franquicia en plan pasarse al cell shading y hacer algo mucho más dinámico. Sería riesgo cero porque no pueden hacer juegos peores. No parece tengan ni ganas de hacer algo decente.
Se veía venir.
De todas formas, yo no pierdo la esperanza de volver a jugar a un Sonic 3d decente, como los Heroes / Colours.
Yo tampoco pierdo la esperanza…