Han sido tres los años que hemos tenido que esperar los aficionados a la franquicia Yakuza para poder disfrutar de esta quinta entrega. Tres años que han puesto de manifiesto que una de las franquicias de más calidad de la actualidad no estaba recibiendo el cariño que se merecería por parte del mercado y del gran público.
Tres años en los que también se ha demostrado que los aficionados somos incansables.
Echando la vista atrás, resulta casi increíble que el primer Yakuza nos llegase traducido al español. Corría el año 2005 y PS2 empezaba a perder peso en el mercado ante la inminente llegada de una nueva generación de consolas. Aquel Yakuza, al que muchos bautizaron como “el heredero espiritual de Shenmue”, no tuvo una acogida digna de su calidad. Es cierto que presentaba abundantes limitaciones a nivel técnico y jugable, pero se trataba de una de las mejores recreaciones del estilo de vida japonés y de uno de los mejores dramas criminales que hayan visto la luz en el mercado de los videojuegos.
Un año después le llegaría el momento a Yakuza 2, también para PS2, gracias al gran éxito que tuvo el juego en Japón. En el resto del mundo no pudimos disfrutarlo hasta 2008, en una época en la que casi todo el mundo ya había dado el salto generacional y las ventas se resintieron demasiado por ello. El juego, que suponía un importante paso adelante con respecto al original, se vio privado de toda probabilidad de éxito por culpa de la época y de la eliminación de varios idiomas en su traducción (entre ellos, el español). Tal fue así que Sega no tenía planes de lanzar Yakuza 3 (2009, PS3) fuera de Japón. Sin embargo, la insistencia de los aficionados de la franquicia invitó a que ese lanzamiento occidental de la tercera entrega tuviese lugar en 2010, aunque en una versión recortada para abaratar costes (se eliminaron algunos concursos y secuencias en clubes que eran de corte demasiado oriental y se consideraba que no tendrían mucho éxito fuera de la ínsula nipona). Esto generó una importante controversia, pero la respuesta de los aficionados fue bastante buena y se convirtió en el capítulo más vendido de la franquicia.
Esta acogida animó a Sega a darle otra oportunidad a la franquicia en todo el mundo. Tras descartar el lanzamiento de los capítulos Kenzan e Ishin (no canónicos y ambientados en los siglos XVII y XIX de Japón, con numerosas referencias a la historia nipona), así como del capítulo Black Panther (un spin-off para PSP), se apostó por el lanzamiento internacional casi simultáneo de dos nuevos juegos de la franquicia: Yakuza Dead Souls, un juego de zombis y puramente de acción (enfocado para el mercado occidental), y Yakuza 4, la continuación natural de la historia principal. Ambos juegos sufrieron bastante en ventas fuera de Japón y eso provocó que Yakuza 5 volviese a caer en el ostracismo y que Sega no tuviese planes de lanzarlo fuera de Japón. Sin embargo, el interés de los aficionados no decayó ni un ápice durante tres años y al final, entre Sega y Sony, acabaron cumpliendo los deseos de los aficionados. Eso sí, solo en inglés y exclusivamente en formato digital. Pero eso es lo de menos cuando la alternativa podría haber sido quedarnos sin disfrutar de la mejor entrega de Yakuza hasta la fecha y de uno de los mejores juegos que se pueden disfrutar en PS3.
Yakuza 5 arranca varios años después del final de Yakuza 4. Es precisamente por eso que el repaso anterior a los capítulos de la franquicia se antojaba fundamental: si no se ha jugado a ninguno de los anteriores, Yakuza 5 no se entenderá ni se disfrutará igual. Parte de una base argumental previa muy bien asentada durante varias entregas que es muy recomendable conocer de antemano para comprender plenamente quiénes son los personajes, por qué hacen lo que hacen o cuáles son sus motivaciones. Este es posiblemente uno de los mayores problemas de Yakuza 5: aunque a nivel jugable puede ser disfrutado por cualquiera, no es demasiado apto para neófitos en el terreno argumental. Pero quienes hayan seguido las aventuras de Kazuma y compañía hasta la fecha, sabrán de sobra el punto en el que se encuentran y querrán desentrañar todos los misterios de este nuevo capítulo que, desde el primer momento, nos mantiene en tensión con infinidad de secretos, traiciones, sacrificios, luchas internas, crimen organizado, orfanatos y todos los elementos que ya conocemos tan bien de capítulos previos.
Esta nueva entrega, vuelve a estar dividida en varios actos protagonizados por distintos personajes, pero con la particularidad de que las historias, pese a estar entrelazadas entre sí de alguna manera, son en gran medida particulares e independientes. Y esto es algo que se nota también en su propio sistema de juego. Por ejemplo, en el primer acto controlaremos a Kazuma, quien está huyendo de su pasado y trabaja como taxista en Fukuoka. Tendremos misiones de recoger a gente y llevarla a su destino respetando las señales de tráfico, participaremos en carreras callejeras y, por supuesto, el pasado vendrá a acosarnos para obligarnos a volver a la acción por el bien del clan Tojo. En el segundo acto encarnaremos a un viejo conocido de Yakuza 4 como es Saejima, con quien viviremos en Hokkaido un intenso drama penitenciario y un largo período en un pueblo de las montañas, en el que las misiones serán de caza y supervivencia. En el tercer acto, controlaremos por primera vez a la joven Haruka, quien lucha por convertirse en una gran idol en Osaka y con quien el juego se vuelve un juego de baile más cercano a Hatsune Miku que a otras entregas de la franquicia. En este mismo acto también será relevante otro viejo conocido como es Akiyama, quien se involucrará con Haruka en una investigación mientras sigue trabajando en su particular empresa de préstamos. El quinto protagonista será Tatsuo Shinada, un recién llegado a la franquicia del que no queremos contaros demasiado al ser una cara nueva.
Cada capítulo parece un juego independiente y cada personaje tendrá su propio tipo de misiones, tanto principales como secundarias, de tal modo que Yakuza 5 parece un juego que en realidad está compuesto por cinco juegos (uno por cada acto del juego): distintos personajes, distintas tramas, distintas ciudades e incluso distintos sistemas de juego. Todo ello tan bien presentado y tan bien hilado que el título no se hace ni aburrido ni repetitivo en ningún momento. Yakuza 5, al igual que sus predecesores, es un juego que puede durar tanto como queramos. Quien desee centrarse únicamente en la historia principal, tiene ante sí un juego que bien puede durar unas 20 o 30 horas. Quien quiera explorar un poco más el juego y disfrutar de las misiones secundarias de los personajes, verá cómo el juego se expande hasta las 60-70 horas sin muchos problemas. Y quien desee sacar el máximo partido al juego (hacer todas las misiones, encontrar todos los coleccionables, sacar todos los logros, aprovechar todos los minijuegos…) tendrá ante sí más de 100 horas de juego.
Lo verdaderamente interesante del tema es que da igual la cantidad de horas que se inviertan en el juego, todas y cada una de ellas son muy divertidas y satisfactorias. La trama principal es intensa, interesante, con numerosas conversaciones y secuencias de vídeo que nos dejan siempre con las preguntas necesarias para querer seguir adelante. Las tramas secundarias son igual de interesantes, ya que profundizan mucho en la psicología de cada personaje y nos ayudan a entenderlos mejor. Los trabajos propios de cada personaje (taxista, cazador, idol, prestamista…) son casi siempre minijuegos muy divertidos que, sin darnos cuenta, consiguen conquistarnos y animarnos a completarlos todos. Las misiones adicionales (que aparecen indicadas en el mapa) son todas como pequeñas historias de unos cuantos minutos que nos animan a querer ayudar a la gente que lo necesita. Y luego, por supuesto, están todas las actividades secundarias y accesorias en las que podremos participar: máquinas de pachinko, dardos, billar, bolos, duelos de baile, recoger basura, cazar, pescar, participar en videojuego de realidad virtual que recuerda a Streets of Rage, comer en todos los restaurantes (en los que encontraremos hasta el tradicional pulpo á feira gallego), satisfacer las exigencias de todos los maestros, encontrar todas las llaves para las tradicionales taquillas, entrar en unos recreativos a jugar a Virtua Fighter 2 o Taiko: Drum Master, hacer fotografías a lugares emblemáticos, leer mangas en las tiendas (hay capítulos enteros de obras de renombre, aunque solo en japonés), visitar locales de chicas de compañía, participar en el campeonato de lucha Victory Road… El listado de posibilidades es brutal, hasta el punto en que es muy fácil perderse durante horas explorando todos los rincones de las diferentes ciudades del juego.
Y por supuesto, están los combates. Aunque el juego sea de mundo abierto y tenga mundos extensos por explorar e infinidad de actividades por completar y disfrutar, también es un juego de rol presentado de forma muy fluida y dinámica. Además de las grandes “mazmorras” (generalmente mansiones o zonas industriales) en las que nos enfrentaremos a decenas de enemigos que vendrán a por nosotros, serán numerosos los enemigos que nos asaltarán por las calles. Los personajes luchadores tendrán 20 niveles. Con cada combate (o misión completada) ganarán experiencia para subir de nivel, mientras que con cada nivel podrán comprar nuevas habilidades y mejorar su capacidad para luchar. Tal es así, que en los primeros niveles nos sentiremos bastante inútiles mientras que a nivel 20 nos sentiremos casi como dioses del combate y nos costará volver a empezar desde cero cuando nos toque cambiar de personaje. El sistema es fluido y requerirá mucha habilidad por parte del jugador, pero nada especialmente complicado para los que ya estén acostumbrados al sistema de combate habitual de la franquicia.
Todo esto está envuelto en ese tradicional apartado visual espectacular. Se mantienen muchos de los elementos de los anteriores capítulos, con un acabado técnico muy llamativo que consigue que las secuencias de vídeo parezcan poco menos que películas CGI espectaculares de principio a fin. Cierto es que durante el propio juego se notan abundantes problemas de aparición repentina de elementos, o que algunas animaciones podrían parecer más naturales (sobre todo durante los combates, que es donde peor luce el juego), pero más allá de estos problemas menores el acabado del juego es impresionante. Además, la banda sonora de esta entrega es la mejor de todas las de la franquicia, en gran medida gracias al acto de Haruka y su lucha para ser una idol, que obliga a la presencia de muchas canciones de jpop bastante pegadizas.
Cierto es que muchas de estas características que estamos comentando ya estaban presentes en entregas anteriores y, en cierto modo, Yakuza 5 no hace más que recoger todas las características ya presentes en Yakuza 4, pulirlas y construir nuevas cosas por encima para hacerlo todo más grande y más completo. Pero eso es algo muy bueno, ya que son muy pocas las franquicias que saben mantener esa curva ascendente de calidad a cada nueva entrega que se lanza. Yakuza 5 es la culminación de la serie, el mejor capítulo de las aventuras de Kazuma Kiryu, uno de los mejores sandbox que se hayan creado y uno de los mejores juegos que se hayan lanzado para PS3. Estas palabras pueden parecer mucho decir, pero es preciso puntualizar que hay que estar bien metido en el ambiente del juego para ello. Es decir, se trata de una franquicia de marcado corte nipón y, como tal, hay que aceptar el estilo de juego japonés, su forma de ver la vida e incluso su forma de hacer cine (las secuencias de vídeo son igual de lentas que su cinematografía).
Esto provoca que no sea un juego apto para todos los usuarios, sino que está especialmente recomendado para aquellos que conozcan los capítulos anteriores y que suelan estar familiarizados con la cultura y la forma de hacer las cosas de los japoneses. También es criticable el que Yakuza 5 nos llegue tres años más tarde (hubiese tenido mucho más impacto en el mercado en su momento), el hecho de que solo nos llegue digital (siendo un juego enorme) y, lógicamente, que nos llegue solo en inglés, algo a lo que nos hemos visto obligados a acostumbrarnos pero que sigue siendo un lastre desde el punto de vista de juego. La traducción al inglés deja bastante que desear (hay errores gramaticales graves que se perciben incluso no siendo nativo) y la densidad de los textos provoca que no sean fácilmente comprensibles por quien no posea un nivel alto del idioma. El contar únicamente con voces en japonés provoca que haya momentos que se vuelven algo injugables si no se conoce dicho idioma. Por ejemplo, hay un concurso de cómicos en el que es importante contestar en el momento adecuado del discurso del otro personaje, a veces cortándole y a veces esperando a que acabe. Al no entender el texto, es casi imposible acertar de primeras y tardar mucho en contestar o hacerlo demasiado pronto provoca que se sumen menos puntos y acaba el minijuego convirtiéndose en un ensayo y error hasta empezar a reaccionar por costumbre, más que por la interacción multimedia prevista en el original.
Todos estos problemas vienen derivados de ese miedo de Sega a volver a fracasar con una entrega de la franquicia en occidente, pero es una pena porque si todos los capítulos anteriores eran de notable, este es de sobresaliente claro y podría haber brillado mucho más de haberse cuidado estos detalles. Pese a todo, con estos defectos se queda rozando ese sobresaliente y nos deja esa sensación de que al menos hemos podido disfrutar de un juego maravilloso que marcará una época entre aquellos que lo disfruten. [89]