Romancing Saga 2: la sempiterna carga de nuestro linaje

Tiempo ha, en un remoto mundo de fantasías, había un reino. Su nombre era Avalon, donde el rey Leon gobernaba con justicia a sus gentes y preparaba a su primogénito, Viktor, para heredar el trono que tan celosamente había protegido. Sin embargo, la odisea de esta familia y su descendencia no hacía sino comenzar. Bienvenidos a Romancing Saga 2.

El comienzo de la aventura

Este es sin duda un texto arduo y al cual llegar me ha sido complejo. He luchado contra los macabros siete héroes, otrora magníficos combatientes y bastiones de la luz, fueron encerrados en la oscuridad tras destruir la amenaza que en el albor de la humanidad perseguía a esta tierra. He negociado con piratas cuya única aspiración era la de inundar sus arcas con los botines de otros. He salvado reinos, tribus y ciudades de las amenazas de monstruos horrendos y dantescos, cuyas entrañas emanaban ponzoña. Incluso, en cierto momento, un descendiente mío se enamoró de una sirena y abdicó a favor de su mano derecha.

La historia de este mundo se sucede. Cada intriga es independiente, pero con un punto de interés que, sin duda, la hace interesante. No son demasiado extensas, pero sí que es cierto que, junto a esa apariencia de mundo abierto que te da el poder realizar cada parte de la historia de este drama familiar en el orden que deseamos, da una agradable sensación al explorar el mundo en busca de las páginas que conforman esta trama.

Todo esto… ¿Para qué? ¿Qué he conseguido yo a cambio? ¿La satisfacción de salvar el mundo? ¿La satisfacción de una ambición desmedida, herencia de mis ancestros, de unificar todas las ciudades en una sola nación? ¿El placer de un trabajo bien hecho? No, desde luego que no. Solo he recibido frustración, una sensación constante de desidia implícita en mi tarea y mucho, mucho hastío. Un hastío nacido de la sensación de que, no importaba que hiciera, no importaba mi estrategia frente a los malvados señores de las tinieblas. Al final, todo se resumía en una palabra: injusticia.

La injusticia frente al enemigo

Romancing Saga 2 es injusto, es tramposo y es absurdo. La mecánica principal del juego es tan simple que realmente no es el problema: puedes recordar ocho habilidades y otras ocho magias; tu emperador hereda la de sus ascendientes junto a las estadísticas que este haya adquirido a lo largo de la partida. Pero el resto de tus ayudantes no. El resto de tu equipo empieza con unas estadísticas cercanas a las del anterior que tenías, pero sin sus habilidades, lo cual te pone en una desventaja cuando sucede el cambio de generación.

¿Cambio de generación? Por supuesto. Tomamos la piel de los descendientes y heredamos la voluntad de nuestros antepasados. Los cambios suceden de manera pseudodeterminada ya sea porque has hecho una gran cantidad de enfrentamientos y después completado una de las misiones principales o porque has hecho muchas principales, lo cual precipita el cambio.

El problema, el dilema que me plantea este juego y que me ha tentado a abandonar mi misión en demasiadas ocasiones es, sin lugar a dudas, el diseño de los combates. Soy gran fan de los combates por turnos, donde cada acompañante en nuestra aventura toma parte de la acción según la velocidad del mismo. Aquí esa agilidad a la hora de realizarse los ataques, además, viene dada por el peso de su armadura y su posición en la formación, que además modifica esta última algunos parámetros, como mayor daño por arcos si estas en una posición o similares.

El coloso me miró a los ojos

Pero, lo que lo rompe y hace prácticamente inalcanzable nuestro objetivo ulterior de vengar a mi linaje y unificar el mundo bajo el nombre de Avalon es el número de ataques que cada enemigo puede hacer. Si cada personaje a mi merced puede ejecutar un ataque, una acción por cada elección que se me permite tomar en la estrategia. Y, sin embargo, de medía cada jefe, cada monstruo con un nivel de importancia superior al de un mosquito puede realizar dos turnos. Como mínimo.

Y eso ocurre desde los primeros compases del viaje de la familia real de Avalon. Romancing Saga 2 demuestra como, gracias a una decisión de diseño desastrosa, una aventura épica pasa a ser un tedio, repetitivo y, como ya dije, injusto. Aun así, en mi viaje me las arreglé para avanzar. No desfallecí y perseveré ante esta adversidad. Derroté enemigos por doquier, repitiendo CADA VEZ que ocurría un cambio generacional. Hasta que llegó el enemigo final. Mi némesis. El enfrentamiento entre Lord Fucker (nombre que pone el juego, no yo) y la antítesis del bien. Salió mal.

Derrota tras derrota, toca saltarnos las reglas

¿Y por qué? Fácil, la verdad. Cada enemigo atacaba anteriormente entre una y dos veces. Cada ser al que me enfrenté tenía cuarenta mil puntos de vida. Pero este no. Este tenía ciento treinta mil y atacaba siete veces. Siete veces, a unos quinientos de daño por golpe, donde mis compañeros y yo rozábamos los mil puntos de salud. Es fácil saber entonces por qué este juego falla en ejecución, porque salvo el abuso total de la magia más rota del juego, que en esencia provoca que el enemigo no pueda atacar en un turno, es imposible de completar.

Y doy gracias a Angulus de SuikodenES porque me leyó quejándome de esta situación y me aconsejó que probara este método. Sino quizás me hubiera defenestrado ante la imposibilidad de avanzar. Pasé de poderle realizar solo treinta mil de daño antes de explotar a simplemente ver como lo mataba y él no podía hacer nada. Hice la prueba después contra varios enemigos opcionales, seres que vagan por el mundo sin hacer daño a nadie pero que, en esencia, son más poderosos que ningún otros. El resultado fue idéntico salvo por el monstruo opcional más poderoso de todos. Con él no funciona esta magia y, por tanto, se convierte en una batalla de tesón y constancia que, sinceramente, prefiero comerme mi propio brazo a realizar.

De este agua no beberé

No dudaré que es un juego interesante por el planteamiento de la historia. No negaré tampoco que gráficamente y musicalmente, aunque no los haya mencionados como apartados reales, son de los remasters que mejor ha realizado Square-Enix (gracias ArtePiazza por evitar una aberración como el de Final Fantasy V y VI). Pero el peso de un diseño de combates tan, pero tan rematadamente injusto no tiene nombre. Jamás volvería a jugarlo.

Se le notan los años por los cuatro costados, se le nota ese ancla en el pasado que, si bien hay jugadores a los que les puede gustar, y contándome como uno de ellos en general, me es inexcusable en este caso. Un sistema de combate puede ser pesado por repetitivo, porque así lo eran entonces, pero hacer un port de unas mecánicas que ya eran injustas entonces y solo salvables por una magia que, simplemente, le quita todo componente estratégico al juego, lo siento, pero no puedo aceptarlo. Romancing Saga 2 es un juego que solo unas pocas personas pueden jugar hoy en día. Valientes o locos, ahí la decisión es vuestra. [55]

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